Un triunfo emocionante ha logrado la televisión cultural mexicana con la sesión de los derechos de transmisión de los Juegos Olímpicos de Invierno, ahora en Ludens, Vancouver, Canadá.
Me llegó el comentario que fue más un error ambicioso por parte de los consorcios televisivos (Tv Azteca y Televisa), quienes no quisieron pagar la cantidad que les solicitaban por concepto de comercialización del espacio, con la esperanza de que el Comité Olímpico Internacional les hiciera “una rebajita”, y ¡zas! En lugar de eso, los regalaron totalmente a Canal 22.
Y la verdad es que se nota el contraste, incluso hasta en detalles que parecerían mínimos y ahora cobran una relevancia significativa.
Me refiero a una escenografía sobria (evidencia de un pensamiento ordenado), nada espectacular, a diferencia del enorme gasto que han hecho sus competidores comerciales, para que al final llegue un payaso a destrozarla y testificar que todo era unicel y pintura.
Otra diferencia abismal es la calidad y cantidad en los comentarios. La primera porque hasta para abrir la boca se requiere un mínimo de cultura general (obligado requisito para comunicadores), y en este caso los conductores hacen gala de que sí investigaron la trayectoria de los atletas, han leído algún libro o al menos han disfrutado de una pieza de arte.
La segunda diferencia es ejemplar ahora que han demostrado su respeto por el público espectador vía satélite, quien anoche deseaba ver la competencia de patinaje masculino de figura. Gracias por permitirnos disfrutar de las presentaciones, gracias (insisto) a su silencio durante las ejecuciones.
Con esto no quiero insultar el trabajo que realizan los trabajadores de la competencia –ahora más que nunca bien utilizado el calificativo, competencia (¡Léanlo bien!)–. A ellos quiero decirles que entiendo la presión que les asignan, no es fácil llevar una transmisión en vivo, sobre todo es comprensible que se distraigan de la crónica deportiva si deben estar también al pendiente de vender refrescos y celulares.
En fin, felicidades a la televisión cultural por esta oportunidad bien aprovechada y, al menos de mi parte, un agradecimiento público, porque durante más de 2 horas logramos conectar dos neuronas más sin que nos lo impidieran las telenovelas.
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