ANOCHE METÍ LA CABEZA AL ESCUSADO

Anoche, agotado por la tremenda agenda de actividades que tuve que trabajar, me dispuse a relajarme un poco viendo la televisión. Generalmente los miércoles espero 3er Grado, “un debate con los periodistas que a diario nos dan las noticias”, pero en tanto empezaba esa transmisión, brinqué de un canal a otro rastreando algo entretenido.

Y la verdad es que sí encontré algo que me entretuvo, la nueva versión de Corazón salvaje. ¡Nunca lo hubiera hecho!

Esta historia de Caridad Bravo Adams se ha llevado a la pantalla chica desde 1956. El desfile comenzó con Martha Roth, Christiane Martel, Carlos Navarro y Rafael Bertrand, luego (1966) vinieron Julissa, Enrique Lizalde, Jacqueline Andere y Enrique Álvarez Félix, seguidos (1968) por Julio Alemán y Angélica María, ésta rehizo su papel (1977) cuando fue acompañada por Fernando Allende, Susana Dosamantes y Martín Cortés, con lo que casi al final (1993) Edith González, Ana Colchero, Ariel López Padilla y Eduardo Palomo dejaron una huella en el imaginario colectivo durante los 90s.

Pues bien, en esta época de crisis económica, aunada a la crisis de valores y la crisis de identidad, la crisis creativa no se ha hecho esperar. Con la consigna de optimizar los recursos lo más posible, parece que era más barato sacar del archivero la tragicomedia de un hijo bastardo de mediados del siglo XIX. Al final de cuentas “es tan buena” que la gente quería volver a verla (jah!).

Y ahí viene un nuevo elenco (2009), protagonizado por la empalagosa Araceli Arámbula y el embalsamado Eduardo Yáñez, pero claro ¿quién puede decir algo? si la Sociedad Actoral y Actricial Defeña se entrega premios para sí misma, como mejores protagónicos populistas, mejores productores de cultura chatarra, mejores vestuarios reciclados… y luego en sus mismas revistas, lo anuncian como si se tratase del mayor logro de la evolución cultural mexicana.

El caso es que con lo poco que vi bastó. El nuevo proyecto de Salvador Mejía parece acartonado y con grandes limitaciones, como si lo hubieran sentenciado “Haz lo que puedas con lo que hay y no pidas más”, y eso lo justifica un tanto porque es una telenovela. El diseño de arte se sigue viendo como cuento de Cachirulo (pero bueno, lo justifica que es una telenovela), el ritmo de la edición y la consecución de escenas van tan rápido que no provocan ninguna emoción (pero bueno, lo justifica que es una telenovela). Tienen a tantos actores y actrices a quienes hay que darles de comer que se crearon muchos personajes, aunque su única línea sea un alarido “¡Nooo!” (pero bueno, lo justifica que es una telenovela). Total que en justificaciones nos la seguiríamos.

Hoy me siento como si en verdad hubiese metido la cabeza al escusado… no uno de lujo y privado, sino uno portátil como los que ponen en las ferias, de esos baños públicos que de tanto uso terminan por ser malolientes y recargados de desechos. Me siento como intoxicado, eso me pasa por morboso. Juro que no lo vuelvo a hacer, a pesar de que son más que yo los que esperan las 9 de la noche para aplastarse a ver qué más pasa y seguirle dando vueltas a remolino atascado.

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