JENNIFER’S BODY (DIABÓLICA TENTACIÓN)

Cada acción que hacemos, invariablemente cada una de ellas, está impregnada por nuestros pensamientos, y en el mejor de los casos, el mero acto puede ser traducido en una oportunidad de liberación de traumas y pesadillas, incluso de reavivar anhelos y deseos. Somos el producto de lo que pensamos, eso es segurísimo.

Y por más que lo quiera negar Karyn Kusama, terminó proyectándose a lo bestia. En su 4º largometraje sigue su persistencia por mostrar a la mujer como un pedazo de carne, autora de los deseos más lujuriosos y motivadora de las acciones más pervertidas.

¡Qué triste por ella! Porque mientras esta neoyorkina quiere que las mujeres bellas se rebajen al ras de mujerzuelas y que las mujeres inteligentes sean retratadas como víctimas, al resto de las mujeres comunes eso les da risa… claro, por dentro están muertas de la envidia al ver cómo sus parejas se la pasan viendo la pantalla como perros de carnicería (con la vista en filete y lamiéndose los huevos).

Jennifer’s body no debía tener otro título en español más que ése precisamente, si se hubiese titulado “El cuerpo de Jessica” al menos la película hubiese tenido algo bien justificado. Pero a los mercadólogos siempre les encanta ponerles estos nombres quesque muy apantallantes, aunque luego se quejen los miembros entrantes y salientes de la “Sociedad Oculta para el Respeto a la Moral Santificada”, que a través de las clasificaciones cinematográficas pretenden que juventud sana no se pierda en el pantano de la pornografía. ¡Bah! Primero debían preocuparse por que a las salas mexicanas no llegara toda esa basura pseudocómica y ultraestúpida que seca cerebros.

También decepcionante fue la guionista Diablo Cody, a quien aplaudiremos siempre por haberse alejado de los tables para escribir la desprejuiciada historia de Juno, pero con esta muestra de harta vulgaridad nos deja deseando mucho más que mucha ropa (de preferencia tirada en el suelo). Tal fue su falta de ingenio que a cada rato aparecen referencias de otros personajes, de otras películas, de otras canciones, de otras muletillas exitosas sobre las cuales intenta sostenerse.

Otra cosa que no podemos negar es que, a la fecha, no se ha recibido ninguna objeción por parte del público masculino, al que, con tal de ver a la veinteañera Megan Fox en paños megamenores, no le ha importado sentarse más de 1 hora y media para apreciarla, como si estuviera hipnotizado por el movimiento continuo de la ropa en la lavandería.

Entonces pues ¿para qué se la complican los que hacen filmes con mensaje y con una propuesta innovadora? La receta para hacer una película que recaude muchos dólares en taquilla sólo necesita:
1 directora traumada que venza a los machos y haga poderosa a la mujer,
1 exbailarina exótica que escriba acerca de sus sueños más vengativos,
1 historia de terror, no sólo de demonios, sino además de lo terrorífico que es el sobrevivir a la adolescencia,
1 montón de presupuesto, derrochado en efectos visuales, para disfrazar la falta de argumento,
1 mujer más divina y menos humana que sirva de anzuelo,
Y mucha, mucha publicidad.

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