Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro “El Grande” convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
1.- Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época,
2.- Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas) fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y...
3.- Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd y a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro ¿cuáles eran sus razones?
Alejandro le explicó:
1.- Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar,
2.- Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen,
3.- Quiero que mis manos se balanceen al viento para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo.
SOLAS
Bajo la mirada de Benito Zambrano, nos llega esta historia desde el corazón de España, no sólo por su ubicación en un típico barrio pobre de provincia, sino porque seguramente muchas de las familias ibéricas (y lamentablemente de todo el mundo) viven algún tipo de situación similar a que se nos presenta con Solas.
En ella, María Galiano es una madre candorosa, atenta y preocupada por todo desvalido. Una imagen gráfica justa para representarla sería la de una arisca mascota hogareña, que a fuerza de violencia y agresiones se ha vuelto dócil y sumisa. Muchas actrices españolas podrían haberle llegado al papel, pero sin duda Doña María es la percha perfecta para esta caracterización, su andar retraído y su dulzura a flor de lágrimas es inigualable. Si la señora me lo permite, yo podría decir que es prácticamente la abuelita de nuestro imaginario popular, como lo fue en su tiempo Sara García.
En contraparte aparece Ana Fernández que, en el mismo sentido comparativo, tendría que ser una perra recelosa y llena de rabia, a quien los maltratos la han convertido en una bolsa de resentimientos y furia. No es por más, con justa razón vive en la amargura, la vida no le ha sido sencilla, ni cuando estuvo en con un padre alcohólico y golpeador, ni en la calle donde arrastra la desgracia de relacionarse con hombres, iguales o más impulsivos.
A pesar de que la madre nos da una muestra de que muchas de las más dolorosas heridas no son visibles sobre la piel, le queda siempre ese sentimiento de bondad con el que ilumina todo en su camino, incluido el vecino, ya retirado, que se autoproclama como un chismoso profesional, a fuerza de que no tiene otra cosa qué hacer.
El cuadro apunta a ser otra historia complaciente, con un final de esos que a todos dejan a gusto, pero no es tan sencillo como eso, el director hizo de este argumento un libreto inteligente y muy bien llevado, en el que para alcanzar esa gloriosa paz hay que librarse primero de todos los demonios, de los que nos quieren hacer daño y de los que habitan en nuestro interior, sembrados en nuestro corazón con deseos de venganza.
Es una extraordinaria película que hay que ver en cuanto se pueda. Como muchas buenas películas, uno de sus méritos es que al mirarla detenidamente, uno se da cuenta de que seguramente tuvieron que lidiar con un presupuesto recortado, sin embargo esta una buena historia necesitó de efectos especiales. Además sólo hubieran distraído el tema central y muy importante de dar un mensaje en contra de la violencia hacia las mujeres.
Quizás por el tema, por sus buenas actuaciones, por su montaje bien llevado, o por todo junto, es que ha sido condecorada en muchos de los festivales más reconocimos, como el Ariel mexicano, que en 2001 obtuvo el bien merecido premio a la Mejor Película Iberoamericana, año en el que Amores Perros arrasó con casi todas sus nominaciones.
Aunque suene muy cursi, el mejor galardón es el de la audiencia, ya que eso significa que el mensaje llega, es decir que debe erradicarse esa dolorosa costumbre de violentar a las mujeres. Véala y si ve reflejado, aguántese como los hombres, no le apague y dése cuenta de que hay algo que está haciendo mal.
En ella, María Galiano es una madre candorosa, atenta y preocupada por todo desvalido. Una imagen gráfica justa para representarla sería la de una arisca mascota hogareña, que a fuerza de violencia y agresiones se ha vuelto dócil y sumisa. Muchas actrices españolas podrían haberle llegado al papel, pero sin duda Doña María es la percha perfecta para esta caracterización, su andar retraído y su dulzura a flor de lágrimas es inigualable. Si la señora me lo permite, yo podría decir que es prácticamente la abuelita de nuestro imaginario popular, como lo fue en su tiempo Sara García.
En contraparte aparece Ana Fernández que, en el mismo sentido comparativo, tendría que ser una perra recelosa y llena de rabia, a quien los maltratos la han convertido en una bolsa de resentimientos y furia. No es por más, con justa razón vive en la amargura, la vida no le ha sido sencilla, ni cuando estuvo en con un padre alcohólico y golpeador, ni en la calle donde arrastra la desgracia de relacionarse con hombres, iguales o más impulsivos.
A pesar de que la madre nos da una muestra de que muchas de las más dolorosas heridas no son visibles sobre la piel, le queda siempre ese sentimiento de bondad con el que ilumina todo en su camino, incluido el vecino, ya retirado, que se autoproclama como un chismoso profesional, a fuerza de que no tiene otra cosa qué hacer.
El cuadro apunta a ser otra historia complaciente, con un final de esos que a todos dejan a gusto, pero no es tan sencillo como eso, el director hizo de este argumento un libreto inteligente y muy bien llevado, en el que para alcanzar esa gloriosa paz hay que librarse primero de todos los demonios, de los que nos quieren hacer daño y de los que habitan en nuestro interior, sembrados en nuestro corazón con deseos de venganza.
Es una extraordinaria película que hay que ver en cuanto se pueda. Como muchas buenas películas, uno de sus méritos es que al mirarla detenidamente, uno se da cuenta de que seguramente tuvieron que lidiar con un presupuesto recortado, sin embargo esta una buena historia necesitó de efectos especiales. Además sólo hubieran distraído el tema central y muy importante de dar un mensaje en contra de la violencia hacia las mujeres.
Quizás por el tema, por sus buenas actuaciones, por su montaje bien llevado, o por todo junto, es que ha sido condecorada en muchos de los festivales más reconocimos, como el Ariel mexicano, que en 2001 obtuvo el bien merecido premio a la Mejor Película Iberoamericana, año en el que Amores Perros arrasó con casi todas sus nominaciones.
Aunque suene muy cursi, el mejor galardón es el de la audiencia, ya que eso significa que el mensaje llega, es decir que debe erradicarse esa dolorosa costumbre de violentar a las mujeres. Véala y si ve reflejado, aguántese como los hombres, no le apague y dése cuenta de que hay algo que está haciendo mal.
MALÈNA
¡Qué bueno que el director se decidió seleccionar a Monica Bellucci para este personaje! Mis felicitaciones, ya que con esta bien torneada italiana logra su cometido, que todo el mundo vea la película deseoso de verla a ella, así como es, la mujer exótica que despierta pasiones.
Porque nada menos que eso es Malena Scordia, una mujer que no es tratada más que como un pedazo de carne, que fue creado para la satisfacción de la lujuria masculina y para provocar la envidia femenina.
La primera vez que vi Malena pensé que sería otra película conmovedora de Giuseppe Tornatore, bien recordado por su maravilloso Nuovo cinema Paradiso, y en realidad sí, pienso que la cinta es muy emocional, porque más que conmovido salí conmocionado del cine, incluso hasta ofendido, por el grado de misoginia al que podemos llegar como sociedad. La segunda vez y las siguientes, ya se ha vuelto un morbo inevitable.
Según el argumento, una mujer sólo tiene dos opciones de identidad: ser esposa o convertirse en puta, como lo primero debe tener un marido que la haga digna de honor, mientras que como lo segundo se atendrá a las consecuencias de que los demás hombres la hagan digna de sus deseos.
Claro, podríamos justificarse con un “es que la película está situada en 1940 y en ese entonces aún no se quemaban los brasieres en las plazas públicas, como una expresión de la revolución feminista”, pero aunque fuera por eso, el maltrato hacia las mujeres es un tema nuestro de todos los días desde hace siglos.
De un modo o de otro, tristemente el dogma sigue vigente: la mujer no vale tanto como le hombre, ella no necesita nada más que contraer matrimonio, tener hijos y una casa bonita, ¡pero claro! deberá cumplir sus obligaciones amatorias con su marido.
Este pensamiento retrógrado no es más que pura basura. Schopenhauer dijo a principios del siglo XIX que “las mujeres son animales de ideas cortas y cabellos largos”, y 2 siglos después aún nos sigue pareciendo gracioso.
Esta no es la primera película que denuncia la desigualdad y el abuso hacia las mujeres, pero sí debemos rescatar de ella la lección de mucho del daño en su contra también es asimilado y respaldado por otras mujeres, porque no sólo es cuestión de que los hombres dejen de violentarlas sino que las mismas madres, hermanas, amigas, no cuestionen a los hombres que quieren una relación equilibrada y sana criticándolos como mandilones o débiles. La equidad es trabajo de ambos interesados.
Porque nada menos que eso es Malena Scordia, una mujer que no es tratada más que como un pedazo de carne, que fue creado para la satisfacción de la lujuria masculina y para provocar la envidia femenina.
La primera vez que vi Malena pensé que sería otra película conmovedora de Giuseppe Tornatore, bien recordado por su maravilloso Nuovo cinema Paradiso, y en realidad sí, pienso que la cinta es muy emocional, porque más que conmovido salí conmocionado del cine, incluso hasta ofendido, por el grado de misoginia al que podemos llegar como sociedad. La segunda vez y las siguientes, ya se ha vuelto un morbo inevitable.
Según el argumento, una mujer sólo tiene dos opciones de identidad: ser esposa o convertirse en puta, como lo primero debe tener un marido que la haga digna de honor, mientras que como lo segundo se atendrá a las consecuencias de que los demás hombres la hagan digna de sus deseos.
Claro, podríamos justificarse con un “es que la película está situada en 1940 y en ese entonces aún no se quemaban los brasieres en las plazas públicas, como una expresión de la revolución feminista”, pero aunque fuera por eso, el maltrato hacia las mujeres es un tema nuestro de todos los días desde hace siglos.
De un modo o de otro, tristemente el dogma sigue vigente: la mujer no vale tanto como le hombre, ella no necesita nada más que contraer matrimonio, tener hijos y una casa bonita, ¡pero claro! deberá cumplir sus obligaciones amatorias con su marido.
Este pensamiento retrógrado no es más que pura basura. Schopenhauer dijo a principios del siglo XIX que “las mujeres son animales de ideas cortas y cabellos largos”, y 2 siglos después aún nos sigue pareciendo gracioso.
Esta no es la primera película que denuncia la desigualdad y el abuso hacia las mujeres, pero sí debemos rescatar de ella la lección de mucho del daño en su contra también es asimilado y respaldado por otras mujeres, porque no sólo es cuestión de que los hombres dejen de violentarlas sino que las mismas madres, hermanas, amigas, no cuestionen a los hombres que quieren una relación equilibrada y sana criticándolos como mandilones o débiles. La equidad es trabajo de ambos interesados.
2012
Con mi mente ocupada en la predicción apocalíptica de que nuestro planeta, y con él gran parte de la vida, podrían ser destruidos el próximo 20 de diciembre de 2012 (20/12/2012), me dispuse a ver ésta nueva historia caótica que arrasó las salas cinematográficas. Sin embargo, no llevaba ni 20 minutos de haber empezado y yo ya tenía en mente otra idea: que (¡por favor!) lo que acabara fuera la película.
Para mí fue un desperdicio de tiempo, dinero y esfuerzo, lo mismo que para muchos que (bajo advertencia) la verán en cine o que luego querrán adquirir en DVD (original o pirata). En cambio, seguramente los productores no piensan lo mismo, puesto que en pocos días han multiplicado abundantemente su inversión.
Como de Astrología y Geofísica sé poco, y por lo tanto podría gozar de poca credibilidad científica, me remitiré mayormente desde la perspectiva cinematográfica, artística, narrativa, comercial… ahí sí tengo mucho qué decir.
Roland Emmerich, director de ésta y otros super fiascos palomeros como Stargate, Independence Day, Godzilla y The day after tomorrow, tiene algo seguro cuando emprende un proyecto: no se necesita más que una premisa simple y un presupuesto abundante para efectos especiales. En honor a la verdad mercadológica, la ecuación es como la Sección Amarilla “le funciona y le funciona muy bien”, y le seguirá funcionando en tanto el espectador sea un agente poco crítico, que no aspire a más que a un rato de entretenimiento, y como de esos hay muchos en el Mundo pues seguramente conservará su racha de éxitos en taquilla.
Hay algo importantísimo que se les pasó a él y a su co-escritor Halard Kloser, ¿cómo es posible que uno desde la butaca sí se haya dado cuenta y estos genios de la pantalla de plata no? Cuando escribieron el argumento de 2012 no incluyeron nada más que unas líneas simplonas entre los diálogos, para hacer referencia el principio básico del Calendario Maya. ¿Dónde quedó la teoría que fundamenta la creencia de que el orbe será destruido?
Esta es una prueba más de que en México no se apoya lo suficiente a la educación y a la ciencia. ¡Qué jodidos estamos los mexicanos! Ni siquiera cuando están analizando los primeros indicadores del caos aparece algún antropólogo del INAH, o al menos algún yucateco nativo que le sepa a los jeroglíficos del códice maya.
De un momento a otro, los continentes y océanos se colapsan, a través de enormes destrucciones ante nuestros ojos las ciudades desaparecen y se transforman en escombros, fuego y muerte. Son tan pedantes en su argumento que hasta osan compararlo con el cataclismo que ocasionó la desaparición de la mítica Atlantis.
Claro, como si fuera poca cosa, se justifica el origen de este Apocalipsis en una serie de explosiones masivas en la superficie solar, éstas provocan una invasión masiva de neutrinos en la Tierra, y a su vez sobrecalientan el núcleo terrestre y provocan inestabilidad en las placas tectónicas.
Según información científica, sí podría ser muy probable dicho acontecimiento, aunque hasta el momento los modelos científicos sólo alcanzan a proyectar que la radiación ocasionará la inhabilitación de la red eléctrica y que podría tardar hasta 4 años en restablecerse. Eso sí ocasionaría un caos global, al punto de regresarnos al Oscurantismo, aunque según los especialistas sería peor en nuestros días, puesto que la gente de antes al menos sabía qué hacer sin luz eléctrica ¿y nosotros? Ahí andamos como leones enjaulados cuando no encontramos el control remoto de la tv, o el celular, o se le acaba la pila a la laptop, ahora imagínate que los del Sindicato Mexicano de Electricistas quisieran boicotear el suministro con apagones permanentes.
En una palabra la película es “increíble”, sí. Nadie se la cree que en un avioncito un aprendiz de vuelo logre escapar de una hecatombe en Los Ángeles. ¿Quién se cree el cuento de que una familia promedio sobreviviría sin los recursos ilimitados de los potentados billonarios?
Para la tranquilidad de muchas consciencias y descansos nocturnos, el Calendario Maya no predice una destrucción del Planeta Azul, mucho menos de la extinción de raza humana, como se supone que pasó con los dinosaurios. Es sólo un cambio de era, como un 31 de diciembre en da fin a un año más. Esa visión demoledora quedó en la Edad de Piedra cuando se le temía a la noche sin saber que habría una mañana al día siguiente. En todo caso deberíamos temerle a la Ley de la Atracción, porque si nos vemos entre ruinas, eso podremos estar atrayendo a nuestro futuro.
Lo mismo digo para el señor director, que si estuviera tan preocupado por la salvación de la humanidad y de la biodiversidad, debería dedicarse a hacer películas con un mensaje ecológico o al menos a donar multimillonarios dólares a alguna ONG con este objetivo.
Por más predicciones de que ese día será una fecha fatídica, yo no creo que la gente cambie. Ahí están los múltiples estudios que confirman el calentamiento global, el derretimiento acelerado de los polos, el desgaste y la contaminación de los recursos naturales, el hambre y la pobreza extrema que sufre gran parte de la población mundial, la extinción de especies naturales… Fuimos advertidos (ésa es una realidad) y hemos hecho casi nada.
Para mí fue un desperdicio de tiempo, dinero y esfuerzo, lo mismo que para muchos que (bajo advertencia) la verán en cine o que luego querrán adquirir en DVD (original o pirata). En cambio, seguramente los productores no piensan lo mismo, puesto que en pocos días han multiplicado abundantemente su inversión.
Como de Astrología y Geofísica sé poco, y por lo tanto podría gozar de poca credibilidad científica, me remitiré mayormente desde la perspectiva cinematográfica, artística, narrativa, comercial… ahí sí tengo mucho qué decir.
Roland Emmerich, director de ésta y otros super fiascos palomeros como Stargate, Independence Day, Godzilla y The day after tomorrow, tiene algo seguro cuando emprende un proyecto: no se necesita más que una premisa simple y un presupuesto abundante para efectos especiales. En honor a la verdad mercadológica, la ecuación es como la Sección Amarilla “le funciona y le funciona muy bien”, y le seguirá funcionando en tanto el espectador sea un agente poco crítico, que no aspire a más que a un rato de entretenimiento, y como de esos hay muchos en el Mundo pues seguramente conservará su racha de éxitos en taquilla.
Hay algo importantísimo que se les pasó a él y a su co-escritor Halard Kloser, ¿cómo es posible que uno desde la butaca sí se haya dado cuenta y estos genios de la pantalla de plata no? Cuando escribieron el argumento de 2012 no incluyeron nada más que unas líneas simplonas entre los diálogos, para hacer referencia el principio básico del Calendario Maya. ¿Dónde quedó la teoría que fundamenta la creencia de que el orbe será destruido?
Esta es una prueba más de que en México no se apoya lo suficiente a la educación y a la ciencia. ¡Qué jodidos estamos los mexicanos! Ni siquiera cuando están analizando los primeros indicadores del caos aparece algún antropólogo del INAH, o al menos algún yucateco nativo que le sepa a los jeroglíficos del códice maya.
De un momento a otro, los continentes y océanos se colapsan, a través de enormes destrucciones ante nuestros ojos las ciudades desaparecen y se transforman en escombros, fuego y muerte. Son tan pedantes en su argumento que hasta osan compararlo con el cataclismo que ocasionó la desaparición de la mítica Atlantis.
Claro, como si fuera poca cosa, se justifica el origen de este Apocalipsis en una serie de explosiones masivas en la superficie solar, éstas provocan una invasión masiva de neutrinos en la Tierra, y a su vez sobrecalientan el núcleo terrestre y provocan inestabilidad en las placas tectónicas.
Según información científica, sí podría ser muy probable dicho acontecimiento, aunque hasta el momento los modelos científicos sólo alcanzan a proyectar que la radiación ocasionará la inhabilitación de la red eléctrica y que podría tardar hasta 4 años en restablecerse. Eso sí ocasionaría un caos global, al punto de regresarnos al Oscurantismo, aunque según los especialistas sería peor en nuestros días, puesto que la gente de antes al menos sabía qué hacer sin luz eléctrica ¿y nosotros? Ahí andamos como leones enjaulados cuando no encontramos el control remoto de la tv, o el celular, o se le acaba la pila a la laptop, ahora imagínate que los del Sindicato Mexicano de Electricistas quisieran boicotear el suministro con apagones permanentes.
En una palabra la película es “increíble”, sí. Nadie se la cree que en un avioncito un aprendiz de vuelo logre escapar de una hecatombe en Los Ángeles. ¿Quién se cree el cuento de que una familia promedio sobreviviría sin los recursos ilimitados de los potentados billonarios?
Para la tranquilidad de muchas consciencias y descansos nocturnos, el Calendario Maya no predice una destrucción del Planeta Azul, mucho menos de la extinción de raza humana, como se supone que pasó con los dinosaurios. Es sólo un cambio de era, como un 31 de diciembre en da fin a un año más. Esa visión demoledora quedó en la Edad de Piedra cuando se le temía a la noche sin saber que habría una mañana al día siguiente. En todo caso deberíamos temerle a la Ley de la Atracción, porque si nos vemos entre ruinas, eso podremos estar atrayendo a nuestro futuro.
Lo mismo digo para el señor director, que si estuviera tan preocupado por la salvación de la humanidad y de la biodiversidad, debería dedicarse a hacer películas con un mensaje ecológico o al menos a donar multimillonarios dólares a alguna ONG con este objetivo.
Por más predicciones de que ese día será una fecha fatídica, yo no creo que la gente cambie. Ahí están los múltiples estudios que confirman el calentamiento global, el derretimiento acelerado de los polos, el desgaste y la contaminación de los recursos naturales, el hambre y la pobreza extrema que sufre gran parte de la población mundial, la extinción de especies naturales… Fuimos advertidos (ésa es una realidad) y hemos hecho casi nada.
12 MONKEYS (12 MONOS)
La fantasía de la destrucción masiva y de la extinción de la raza humana es algo que ha habitado las mentes, corazones y pesadillas del hombre por muchos siglos, y ha atravesado múltiples culturas.
Los presagios aztecas anunciaban que el retorno del dios Quetzalcoátl se produciría al final del reinado de Moctezuma y lo haría bajo la forma de un hombre blanco. Antes de su llegada -afirmaban- ocurrirían una serie de fenómenos naturales y catástrofes.
Las profecías comenzaron a cumplirse a los tres años de la ascensión de Moctezuma al trono. En 1510 sucedieron un eclipse de Sol y la aparición de un cometa. Al poco tiempo Hernán Cortés desembarcó en las costas de México, pero no pasó mucho tiempo para que los indígenas tomaran conciencia de que no era precisamente el dios que aguardaban.
Ahora bien, un poco más reciente, en 1995, este film futurista asombró a los cinéfilos con la tesis de que los humanos serían exterminados por un nuevo agente biológico. Para revertir tal catástrofe, desde el futuro, es enviado un convicto buen observador, quien tiene la encomienda de tratar prevenir que la mayoría de la población mundial muera y los sobrevivientes se refugien por décadas en el subsuelo.
En el papel del torturado James Cole encontramos a Bruce Willis, a quien los sabios envían una y otra vez a obtener información acerca del peligroso virus, pero lo absurdo de su historia futurista provoca que alerta e intranquilidad entre la comunidad psiquiátrica, por lo que es encarcelado, perseguido, e incluso recluido y drogado en un manicomio.
Ahí tiene el placer de encontrar a la psiquiatra Kathryn Railly, es decir a la bella Madeleine Stowe, quien a pesar de sus dudas fundamentadas conserva una pizca de fe y emoción.
También ahí se encuentra al desequilibrado Jeffrey Goines, que a mi parecer es uno de los mejores personajes de Brad Pitt. Este es un alocado hijo de un magnate farmacéutico, que quizás no sea tan tonto y sí un genio sobre-estimulado, fundador del grupo anarquista de los “12 monos”, a quienes se les atribuye dicha destrucción apocalíptica.
12 monkeys, fue dirigida por Terry Gilliam y rescata el argumento inteligente, preciso y creativo del cortometraje La Jetée, del francés Chris Marker, en el que relató a principios de los 60s la historia de un experimento de viaje en el tiempo, llevado a cabo tras una guerra atómica. Luego, en 1993, también sirvió de referencia para Mark Romanek al dirigir el videoclip de la canción Jump, they say, de David Bowie.
Pero hay más en qué reflexionar cuando la película termina. No es sólo un argumento de ficción, es un buen retrato de los temores de nuestro tiempo, porque al final nos cuenta una suposición bastante creíble y veraz. Ahí tenemos las más recientes epidemias de la inmunodeficiencia humana, de las vacas locas, de la gripe aviar y la nueva influenza humana.
Basta con recordar el descrédito que sufrió el Dr. Ignác Fülöp Semmelweis, cuando en el siglo XIX se atrevió a desafiar a la comunidad científica, argumentando que existían “esas cositas” que enferman a la gente. Antes de él, los gérmenes no existían, nadie se los había imaginado. Entonces ¿por qué no creer que en este preciso momento un loco científico pueda estar armando un elaborado complot con bombas biológicas?
Los presagios aztecas anunciaban que el retorno del dios Quetzalcoátl se produciría al final del reinado de Moctezuma y lo haría bajo la forma de un hombre blanco. Antes de su llegada -afirmaban- ocurrirían una serie de fenómenos naturales y catástrofes.
Las profecías comenzaron a cumplirse a los tres años de la ascensión de Moctezuma al trono. En 1510 sucedieron un eclipse de Sol y la aparición de un cometa. Al poco tiempo Hernán Cortés desembarcó en las costas de México, pero no pasó mucho tiempo para que los indígenas tomaran conciencia de que no era precisamente el dios que aguardaban.
Ahora bien, un poco más reciente, en 1995, este film futurista asombró a los cinéfilos con la tesis de que los humanos serían exterminados por un nuevo agente biológico. Para revertir tal catástrofe, desde el futuro, es enviado un convicto buen observador, quien tiene la encomienda de tratar prevenir que la mayoría de la población mundial muera y los sobrevivientes se refugien por décadas en el subsuelo.
En el papel del torturado James Cole encontramos a Bruce Willis, a quien los sabios envían una y otra vez a obtener información acerca del peligroso virus, pero lo absurdo de su historia futurista provoca que alerta e intranquilidad entre la comunidad psiquiátrica, por lo que es encarcelado, perseguido, e incluso recluido y drogado en un manicomio.
Ahí tiene el placer de encontrar a la psiquiatra Kathryn Railly, es decir a la bella Madeleine Stowe, quien a pesar de sus dudas fundamentadas conserva una pizca de fe y emoción.
También ahí se encuentra al desequilibrado Jeffrey Goines, que a mi parecer es uno de los mejores personajes de Brad Pitt. Este es un alocado hijo de un magnate farmacéutico, que quizás no sea tan tonto y sí un genio sobre-estimulado, fundador del grupo anarquista de los “12 monos”, a quienes se les atribuye dicha destrucción apocalíptica.
12 monkeys, fue dirigida por Terry Gilliam y rescata el argumento inteligente, preciso y creativo del cortometraje La Jetée, del francés Chris Marker, en el que relató a principios de los 60s la historia de un experimento de viaje en el tiempo, llevado a cabo tras una guerra atómica. Luego, en 1993, también sirvió de referencia para Mark Romanek al dirigir el videoclip de la canción Jump, they say, de David Bowie.
Pero hay más en qué reflexionar cuando la película termina. No es sólo un argumento de ficción, es un buen retrato de los temores de nuestro tiempo, porque al final nos cuenta una suposición bastante creíble y veraz. Ahí tenemos las más recientes epidemias de la inmunodeficiencia humana, de las vacas locas, de la gripe aviar y la nueva influenza humana.
Basta con recordar el descrédito que sufrió el Dr. Ignác Fülöp Semmelweis, cuando en el siglo XIX se atrevió a desafiar a la comunidad científica, argumentando que existían “esas cositas” que enferman a la gente. Antes de él, los gérmenes no existían, nadie se los había imaginado. Entonces ¿por qué no creer que en este preciso momento un loco científico pueda estar armando un elaborado complot con bombas biológicas?
GOOD BYE LENIN! (ADIÓS A LENIN)
Esta película retrata una de las miles de historias que seguramente sucedieron, a partir de que Alemania, durante casi 3 décadas, estuvo dividida por una franja, construida a lo largo de 115 kilómetros, y que separó a la República Democrática (RDA) de la República Federal (RFA).
Ciertamente es una crítica al sistema comunista y a la manera en que dividió al pueblo alemán, no sólo en con una barrera de hormigón y acero, sino con un sistema que desintegró familias. Para el lado oriental, ésta fue concebida como un “Muro de Protección Antifascista”, mientras que los occidentales la apodaban el “Muro de la vergüenza”.
Con la mirada del alemán Wolfgang Becker, Goog bye Lenin! representa una forma íntima y personal de visualizar los efectos de la Guerra Fría, que va más allá del análisis político y social, para internarse hasta el rincón de una recámara, lugar donde reposa Christiane, una mujer que recién acaba de despertar de un coma, ése que le impidió darse cuenta de que el conflicto entre las Alemanias había terminado. ¿Pero cómo recuperarle el tiempo a alguien que no sabe que estuvo dormido durante años?
Esa es precisamente la misión que tiene Alex, el hijo de la comunista, a quien habrá que encaminarla poco a poco hacia la actualización de los acontecimientos. Nos ofrece una respuesta creativa para sortear cada situación, ya que por sobre todo es una historia bien llevada en ritmo y emoción, acerca del amor inmenso de un hijo por su madre.
En México se hizo una exploración similar, pero más burda y con el típico humor pícaro y sínico. En el 92, El bulto conmocionó las salas nacionales con Lauro, el también recuperado de un coma, pero éste después de un golpe que le propinaron durante las manifestaciones estudiantiles del 2 de octubre del 68. Lo bueno es que podemos decir que fue más innovador Gabriel Retes al respecto, quien realizó esta cinta 11 años antes de la alemana.
Ahora que han pasado 20 años de la caída del muro de Berlín, parecen muy lejanas estas escenas, sin embargo no hay que ir tan adentro de la historia universal, basta con echar una mirada a las Coreas, al menos lo suficiente para darse cuenta de una pizca de lo que viven estos orientales en su propia tierra.
Claro que si aún así no queremos tampoco ir demasiado lejos, demos una vuelta por los suburbios metropolitanos, por los cinturones de miseria, o incluso a través de los muros invisibles que son igual o más esclavizantes, como el abuso del poder masculino sobre la mujer, el desinterés por el cuidado del planeta o el desenfreno de la ambición capitalista de algunos… Y ahí sí, amiguitas y amiguitos, no hay para donde correr.
Ciertamente es una crítica al sistema comunista y a la manera en que dividió al pueblo alemán, no sólo en con una barrera de hormigón y acero, sino con un sistema que desintegró familias. Para el lado oriental, ésta fue concebida como un “Muro de Protección Antifascista”, mientras que los occidentales la apodaban el “Muro de la vergüenza”.
Con la mirada del alemán Wolfgang Becker, Goog bye Lenin! representa una forma íntima y personal de visualizar los efectos de la Guerra Fría, que va más allá del análisis político y social, para internarse hasta el rincón de una recámara, lugar donde reposa Christiane, una mujer que recién acaba de despertar de un coma, ése que le impidió darse cuenta de que el conflicto entre las Alemanias había terminado. ¿Pero cómo recuperarle el tiempo a alguien que no sabe que estuvo dormido durante años?
Esa es precisamente la misión que tiene Alex, el hijo de la comunista, a quien habrá que encaminarla poco a poco hacia la actualización de los acontecimientos. Nos ofrece una respuesta creativa para sortear cada situación, ya que por sobre todo es una historia bien llevada en ritmo y emoción, acerca del amor inmenso de un hijo por su madre.
En México se hizo una exploración similar, pero más burda y con el típico humor pícaro y sínico. En el 92, El bulto conmocionó las salas nacionales con Lauro, el también recuperado de un coma, pero éste después de un golpe que le propinaron durante las manifestaciones estudiantiles del 2 de octubre del 68. Lo bueno es que podemos decir que fue más innovador Gabriel Retes al respecto, quien realizó esta cinta 11 años antes de la alemana.
Ahora que han pasado 20 años de la caída del muro de Berlín, parecen muy lejanas estas escenas, sin embargo no hay que ir tan adentro de la historia universal, basta con echar una mirada a las Coreas, al menos lo suficiente para darse cuenta de una pizca de lo que viven estos orientales en su propia tierra.
Claro que si aún así no queremos tampoco ir demasiado lejos, demos una vuelta por los suburbios metropolitanos, por los cinturones de miseria, o incluso a través de los muros invisibles que son igual o más esclavizantes, como el abuso del poder masculino sobre la mujer, el desinterés por el cuidado del planeta o el desenfreno de la ambición capitalista de algunos… Y ahí sí, amiguitas y amiguitos, no hay para donde correr.
WAS TUN, WENN’S BRENNT? (¿QUÉ HACER EN CASO DE INCENDIO?)
¿Qué hacer en caso de incendio? Pues precisamente esa es la cuestión que plantea la película. No te diré la respuesta, pero sí puedo asegurarte que antes de los créditos finales lo sabrás.
En 1987 un grupo de 6 anarquistas crearon una bomba que nunca explotó… bueno, de hecho, sí explotó… 12 años después, ya cuando los conflictos y el caos ante la caída de “El Muro” habían terminado.
Sin embargo, la detonación no termina sólo en una pila de escombros, sino en la reapertura de uno de los casos más seguidos por las autoridades alemanas, que deben encontrar a los autores materiales de este atentado.
Se emprende así una doble persecución: la que establece la policía para encontrar a los culpables, y la de 2 sobrevivientes de la anarquía, quienes están decididos a reunir al viejo equipo de protesta.
Entre los protagonistas destaca la actuación de Til Schweiger, a quien lo hemos ubicado en Driven, Lara Croft Tomb Raider: The Cradle of Life, King Arthur y más recientemente en Inglourious Basterds, como el Sargento Hugo Stiglitz.
De verdad es una película entretenida y sin mayores pretenciones conceptuales, lleva un corte menos intelectual y más comercial, sin embargo deja un buen sabor con su creatividad narrativa y el argumento, los cuales dejan un poco de lado a la visión tradicional de retratar a la guerra desde el ángulo del régimen militar.
Por ello es que resulta un buen análisis para cualquier sistema social, ya que plantea la posibilidad evolutiva del ser humano, ¿pero a qué precio? Si bien, al final muestra la importancia de transformar a la comunidad, desde adentro, desde la raíz de las estructuras, para que la denuncia y la destrucción dejen de ser el único camino de la manifestación.
Así como lo exponen sus escritores Stefan Dähnert y Anne Wild, yo tampoco estoy de acuerdo con muchas de las decisiones del Gobierno, ni coincido con algunos de los usos y costumbres sociales, pero no por eso estallo bombas ¿verdad?
Yo les recomendaría que vieran Was tun, wenn's breent? a muchas ONGs y partidos políticos, y ante todo a más de un político mexicano. Espero que como la versión original está en alemán, subtítulada, no se hagan los ignorantes y no entiendan nada.
En 1987 un grupo de 6 anarquistas crearon una bomba que nunca explotó… bueno, de hecho, sí explotó… 12 años después, ya cuando los conflictos y el caos ante la caída de “El Muro” habían terminado.
Sin embargo, la detonación no termina sólo en una pila de escombros, sino en la reapertura de uno de los casos más seguidos por las autoridades alemanas, que deben encontrar a los autores materiales de este atentado.
Se emprende así una doble persecución: la que establece la policía para encontrar a los culpables, y la de 2 sobrevivientes de la anarquía, quienes están decididos a reunir al viejo equipo de protesta.
Entre los protagonistas destaca la actuación de Til Schweiger, a quien lo hemos ubicado en Driven, Lara Croft Tomb Raider: The Cradle of Life, King Arthur y más recientemente en Inglourious Basterds, como el Sargento Hugo Stiglitz.
De verdad es una película entretenida y sin mayores pretenciones conceptuales, lleva un corte menos intelectual y más comercial, sin embargo deja un buen sabor con su creatividad narrativa y el argumento, los cuales dejan un poco de lado a la visión tradicional de retratar a la guerra desde el ángulo del régimen militar.
Por ello es que resulta un buen análisis para cualquier sistema social, ya que plantea la posibilidad evolutiva del ser humano, ¿pero a qué precio? Si bien, al final muestra la importancia de transformar a la comunidad, desde adentro, desde la raíz de las estructuras, para que la denuncia y la destrucción dejen de ser el único camino de la manifestación.
Así como lo exponen sus escritores Stefan Dähnert y Anne Wild, yo tampoco estoy de acuerdo con muchas de las decisiones del Gobierno, ni coincido con algunos de los usos y costumbres sociales, pero no por eso estallo bombas ¿verdad?
Yo les recomendaría que vieran Was tun, wenn's breent? a muchas ONGs y partidos políticos, y ante todo a más de un político mexicano. Espero que como la versión original está en alemán, subtítulada, no se hagan los ignorantes y no entiendan nada.
NADA MÁS QUE MANIFESTACIONES
Otra de las ventajas de no vivir en la Ciudad de México es que los provincianos no tenemos que andar sorteando aglomeraciones ocasionadas por organizaciones sindicales, uniones populares, partidos políticos, y demás grupos de protesta, quienes realizan de manera recurrente marchas y manifestaciones en las calles capitalinas.
Sin embargo, pese a la distancia geográfica, creo que esta situación sin duda nos afecta a todos… ¡Carajo! Hasta en la imagen que proyectamos de un México imprudente e irrespetuoso del derecho ajeno, que según nuestro prócer de la Reforma Legislativa Nacional: “es la paz”.
Pero ya hablar de paz, al igual que de tolerancia, respeto o justicia, no deja muchas opciones más que pensar que estas palabras se han convertido en estropajos gastados, que a fuerza de restregar tanto los discursos, ya no limpian ni eliminan nada de la basura.
Cierto es que debe haber algún mecanismo de protesta ante la guerra, la intolerancia, el abuso o la injusticia, pero entendamos que no es más que eso: una manifestación, que si bien nos referimos al significado del vocablo, no nos lleva más allá que a una forma de expresión, y no de acción, no de transformación ni de resolución de conflictos.
¿Cómo no se organizan para otras cosas? ¿Qué caso tiene interrumpir las vías de comunicación? ¿Qué se obtiene al impedir que el desarrollo económico y social continúe? ¿Qué han logrado todos los manifestantes?
Gran alboroto causaron durante meses los pejezombies con su plantón en Reforma… ¿Y qué provocaron? Caída en la productividad comercial de la zona, cierre de negocios y destrucción del patrimonio público, obstaculización de la ciudad, y sobre todo un descontento generalizado y mala reputación.
Ahí estuvo también toda la sociedad civil vestida de blanco, no para celebrar una unión amorosa, sino para protestar en contra de la corrupción y la impunidad, ante la violencia y los delitos… ¿Y? Pues marcó una cicatriz en la historia institucional, si la vemos como una desaprobación de los sistemas de gobierno de sus políticas sociales, y de la forma en la que están funcionando (o disfuncionando), pero ¿qué más?
Lo ideal, sí, debía ser que las manifestaciones fueran tomadas en cuenta, que se atendieran los reclamos y se encontraran soluciones, pero es más complejo que sentar a los dos o más involucrados en una mesa para discutir sus argumentos.
Me parece que en este nivel de apatía social y de falta de voluntad de las organizaciones para llegar a acuerdos, una manifestación es tan absurda como marchar a la guerra. ¿Quién es el enemigo? ¿Cómo confrontarlo y ganarle terreno? ¿Quién tiene la razón?
Es justo que los sindicatos reclamen los abusos que cometen los patrones, pero también los comités directivos deberían escuchar los reclamos que les señalan. Al final de cuentas, es un derecho constitucional.
Sin embargo, los tiempos han cambiado y ya no estamos en la Revolución Industrial del Siglo XVIII, el sindicalismo debería empezar por disponerse a que la justicia que tanto prodigan sea real y equitativa, y luego encontrar alternativas más efectivas para lograr sus objetivos.
Si seguimos a este paso, las manifestaciones seguirán siendo nada más que manifestaciones.
Sin embargo, pese a la distancia geográfica, creo que esta situación sin duda nos afecta a todos… ¡Carajo! Hasta en la imagen que proyectamos de un México imprudente e irrespetuoso del derecho ajeno, que según nuestro prócer de la Reforma Legislativa Nacional: “es la paz”.
Pero ya hablar de paz, al igual que de tolerancia, respeto o justicia, no deja muchas opciones más que pensar que estas palabras se han convertido en estropajos gastados, que a fuerza de restregar tanto los discursos, ya no limpian ni eliminan nada de la basura.
Cierto es que debe haber algún mecanismo de protesta ante la guerra, la intolerancia, el abuso o la injusticia, pero entendamos que no es más que eso: una manifestación, que si bien nos referimos al significado del vocablo, no nos lleva más allá que a una forma de expresión, y no de acción, no de transformación ni de resolución de conflictos.
¿Cómo no se organizan para otras cosas? ¿Qué caso tiene interrumpir las vías de comunicación? ¿Qué se obtiene al impedir que el desarrollo económico y social continúe? ¿Qué han logrado todos los manifestantes?
Gran alboroto causaron durante meses los pejezombies con su plantón en Reforma… ¿Y qué provocaron? Caída en la productividad comercial de la zona, cierre de negocios y destrucción del patrimonio público, obstaculización de la ciudad, y sobre todo un descontento generalizado y mala reputación.
Ahí estuvo también toda la sociedad civil vestida de blanco, no para celebrar una unión amorosa, sino para protestar en contra de la corrupción y la impunidad, ante la violencia y los delitos… ¿Y? Pues marcó una cicatriz en la historia institucional, si la vemos como una desaprobación de los sistemas de gobierno de sus políticas sociales, y de la forma en la que están funcionando (o disfuncionando), pero ¿qué más?
Lo ideal, sí, debía ser que las manifestaciones fueran tomadas en cuenta, que se atendieran los reclamos y se encontraran soluciones, pero es más complejo que sentar a los dos o más involucrados en una mesa para discutir sus argumentos.
Me parece que en este nivel de apatía social y de falta de voluntad de las organizaciones para llegar a acuerdos, una manifestación es tan absurda como marchar a la guerra. ¿Quién es el enemigo? ¿Cómo confrontarlo y ganarle terreno? ¿Quién tiene la razón?
Es justo que los sindicatos reclamen los abusos que cometen los patrones, pero también los comités directivos deberían escuchar los reclamos que les señalan. Al final de cuentas, es un derecho constitucional.
Sin embargo, los tiempos han cambiado y ya no estamos en la Revolución Industrial del Siglo XVIII, el sindicalismo debería empezar por disponerse a que la justicia que tanto prodigan sea real y equitativa, y luego encontrar alternativas más efectivas para lograr sus objetivos.
Si seguimos a este paso, las manifestaciones seguirán siendo nada más que manifestaciones.
WALL•E
Normalmente no declaro mi encanto desbordado por una película, por respeto a la percepción personal de cada espectador, a menos de que sienta la necesidad incontrolable de advertirle acerca de una malísima producción, pero… ¡WALL•E en verdad me cautivó!
En un panorama desolador y catastrófico al que seguramente dirigimos el futuro de nuestro planeta, aparece este candoroso personaje, a quien por méritos propios uno termina amando de corazón, de hecho en más de una ocasión a uno se le olvida que es otro invento robótico de la inteligencia artificial.
WALL•E es el nombre de una máquina animada (en el término más amplio de la palabra) cuya misión es la de compactar la chatarra que los seres humanos dejaron abandonada en la Tierra, después de que la propia contaminación absorbió la mancha urbana, los campos y todo espacio vital en el planeta.
Al parecer este amiguito también fue abandonado pero, por su programación de origen, no tiene otra opción más que día a día llevar a cabo esta rutinaria labor.
Es obvio que no es el único personaje, sin embargo pasan las escenas una tras otra y son tan ricas en creatividad e ingenio que prácticamente siguen los minutos sin palabras y uno cada vez se enamora más del robotito humanoide.
Seguramente a sus escritores les llenó tanto el argumento que Andrew Stanton no sólo quiso elaborar el guión, sino además dirigirlo. Éste ya tiene experiencia acumulada por otras caricaturas, como A bug’s life y Finding Nemo, de hecho hasta realizó la voz (en inglés) del villano Emperador Zurg, en Toy Story, de la cual también es escritor.
Otra de las buenas sorpresas que me llevé (ahora que estuve investigando acerca de esta producción) fue la participación del compositor californiano Thomas Newman, quien tiene a la fecha más de 80 partituras para cine y televisión, entre las que destacan Scent of a woman, Meet Joe Black (música que es como mi favorita entre los sountracks), Erin Brockovich, The green mile y Revolutionary Road.
Con esta película Pixar se ganó el Oscar a la mejor película de animación en el 2008, y sin duda nosotros hemos ganado una emotiva y sensible lección de lo importante debe ser para toda la humanidad el implementar lo más pronto posible acciones ecológicas más efectivas.
En un panorama desolador y catastrófico al que seguramente dirigimos el futuro de nuestro planeta, aparece este candoroso personaje, a quien por méritos propios uno termina amando de corazón, de hecho en más de una ocasión a uno se le olvida que es otro invento robótico de la inteligencia artificial.
WALL•E es el nombre de una máquina animada (en el término más amplio de la palabra) cuya misión es la de compactar la chatarra que los seres humanos dejaron abandonada en la Tierra, después de que la propia contaminación absorbió la mancha urbana, los campos y todo espacio vital en el planeta.
Al parecer este amiguito también fue abandonado pero, por su programación de origen, no tiene otra opción más que día a día llevar a cabo esta rutinaria labor.
Es obvio que no es el único personaje, sin embargo pasan las escenas una tras otra y son tan ricas en creatividad e ingenio que prácticamente siguen los minutos sin palabras y uno cada vez se enamora más del robotito humanoide.
Seguramente a sus escritores les llenó tanto el argumento que Andrew Stanton no sólo quiso elaborar el guión, sino además dirigirlo. Éste ya tiene experiencia acumulada por otras caricaturas, como A bug’s life y Finding Nemo, de hecho hasta realizó la voz (en inglés) del villano Emperador Zurg, en Toy Story, de la cual también es escritor.
Otra de las buenas sorpresas que me llevé (ahora que estuve investigando acerca de esta producción) fue la participación del compositor californiano Thomas Newman, quien tiene a la fecha más de 80 partituras para cine y televisión, entre las que destacan Scent of a woman, Meet Joe Black (música que es como mi favorita entre los sountracks), Erin Brockovich, The green mile y Revolutionary Road.
Con esta película Pixar se ganó el Oscar a la mejor película de animación en el 2008, y sin duda nosotros hemos ganado una emotiva y sensible lección de lo importante debe ser para toda la humanidad el implementar lo más pronto posible acciones ecológicas más efectivas.
CORALINE (LOS MUNDOS DE CORALINE)
Sinceramente yo no recomendaría esta película para niños menores de unos 15 o 18 años, o ya mínimo para los más vivaces inscritos a la escuela primaria. ¿Por qué?
Si tuviera la obligación de describirla en pocas palabras éstas serían (mi respuesta inmediata) obscura y perversa. Pero como afortunadamente puedo decir todas las palabras que yo quiera, hay mucho más que agregaré al respecto.
Yo pensé que sería una historia un tanto basada en alguna pesadilla infantil, incluso hasta tuve la esperanza de que sería muy creativa la idea de que los personajes tuvieran ojos de botón, y al final me equivoqué. Es mucho más siniestra, poco les faltó para que en lugar de sus dedos les implantaran tijeras y cuchillos, pero el ingenio de Tim Burton ya había hecho de Edward Scissorhands un personaje más fascinante.
Coraline es una niña recién llegada a una nueva casa, pero en su nuevo pueblo la nueva vida que le espera no es más que una continuidad del desinterés evidente que tiene de sus padres.
Esta situación podría obvia el hecho de que su imaginación comience a crear cosas, sin embargo creo que es más una proyección de su director Henry Selick, quien quizás no pudo lidiar con sus propios demonios y brujas de otra manera, y esa tendencia macabra se notó desde su participación en Return to Oz.
Es interesante la serie de paralelismos plásticos que se forman en la historia y tal vez ese fue su error, para realizar películas infantiles no hay que hacerlas interesantes, sino divertidas. Y según los comentarios que me han compartido otras haditas, dudo que los niños y niñas hayan salido muy gustosos del cine cuando la vieron.
Lo que sí hay que rescatar sobre todo es la técnica de animación que utilizó el equipo encabezado por Phil Brotherton, para dar vida a los personajes y escenarios. Ahora que todo se puede hacer por computadora y se requiere más del esfuerzo intelectual, la creatividad manual y el control técnico deberían ser más valorados.
Hay que verla un domingo, pero si los niños insisten en acompañarlos, vayan preparando sus argumentos para decirles que Santa Claus no existe y que a los bebés no los trae la cigüeña desde París.
Si tuviera la obligación de describirla en pocas palabras éstas serían (mi respuesta inmediata) obscura y perversa. Pero como afortunadamente puedo decir todas las palabras que yo quiera, hay mucho más que agregaré al respecto.
Yo pensé que sería una historia un tanto basada en alguna pesadilla infantil, incluso hasta tuve la esperanza de que sería muy creativa la idea de que los personajes tuvieran ojos de botón, y al final me equivoqué. Es mucho más siniestra, poco les faltó para que en lugar de sus dedos les implantaran tijeras y cuchillos, pero el ingenio de Tim Burton ya había hecho de Edward Scissorhands un personaje más fascinante.
Coraline es una niña recién llegada a una nueva casa, pero en su nuevo pueblo la nueva vida que le espera no es más que una continuidad del desinterés evidente que tiene de sus padres.
Esta situación podría obvia el hecho de que su imaginación comience a crear cosas, sin embargo creo que es más una proyección de su director Henry Selick, quien quizás no pudo lidiar con sus propios demonios y brujas de otra manera, y esa tendencia macabra se notó desde su participación en Return to Oz.
Es interesante la serie de paralelismos plásticos que se forman en la historia y tal vez ese fue su error, para realizar películas infantiles no hay que hacerlas interesantes, sino divertidas. Y según los comentarios que me han compartido otras haditas, dudo que los niños y niñas hayan salido muy gustosos del cine cuando la vieron.
Lo que sí hay que rescatar sobre todo es la técnica de animación que utilizó el equipo encabezado por Phil Brotherton, para dar vida a los personajes y escenarios. Ahora que todo se puede hacer por computadora y se requiere más del esfuerzo intelectual, la creatividad manual y el control técnico deberían ser más valorados.
Hay que verla un domingo, pero si los niños insisten en acompañarlos, vayan preparando sus argumentos para decirles que Santa Claus no existe y que a los bebés no los trae la cigüeña desde París.
PASTA “AMANECER EN PROVENZA”
Si un día quieres apantallar a tus invitados, con un gusto exquisito y refinado, utilizando un presupuesto económico, te recomiendo esta nueva creación de mi cocina influenciada por algunos recuerdos de Francia.
INGREDIENTES (4 porciones)
500 gr. Pasta de sémola de trigo (forma al gusto)
1 kg. Crema
500 gr. Salchicha de pavo
100 ml. Aceite de oliva
Hierbas provenzales
Sal
MODO DE PREPARACIÓN
Cuece la pasta en abundante agua. Un buen chef reconoce el punto “al dente” cuando la pasta ya no sabe a masa cruda y tiene una consistencia firme (es recomedable no exceder la cocción para que el siguiente paso no deshaga la forma).
El agua debe saber a mar, es decir que hay que incorporarle dos pizcas de sal y calentarla antes de verter en ella la pasta. El tiempo de cocción varía de acuerdo a la densidad de su corte. Yo prefiero para esta receta las formas grandes y sólidas, como las que ofrece el fusilli, fetuccini, rigatoni, penne o el mecí rigatoni.
Para evitar que la pasta se pegue entre sí, hay que menear delicadamente pocas veces, de preferencia a fuego medio para que tampoco se adhiera al fondo. Se puede incorporar un chorrito de aceite. No se recomienda tapar (aunque parezca que se escapa el calor), porque la espuma del agua caliente puede elevarse demasiado, desbordar la olla y puede apagar el fuego.
Una vez que se tenga la pasta cocida, hay que depositarla en un colador para eliminar el exceso de agua. Si lo deseas, puedes además “lavar” un poco la pasta con agua fría para interrumpir su cocción.
En una casuela con superficie antiadherente, calienta (sólo un poco, a fuego medio) el aceite y dora en éste la salchicha, cortada en pequeños trozos previamente. Cuando haya adquirido un color dorado, esparce sobre ella (aún en la casuela) las hierbas provenzales. Una mezcla preparada de éstas se adquiere en los centros comerciales y comercios gourmet.
No hay que dorar demasiado las hiervas, sólo lo suficiente para que el aceite extraiga su sabor natural.
Sobre la salchicha dorada y las hiervas provenzales (aún en la casuela), verte la crema para que eliminar su consistencia sólida y adquiera los sabores. Menea constantemente para no permitir la formación de grumos.
Finalmente coloca la pasta sobre el recipiente en el que desees presentarla y sobre ella rocía la salsa formada por la crema, la salchicha y las hierbas provenzales. No es necesario agregar sal debido a que la salchicha de pavo tiene un sabor ligeramente salado. Puede degustarse caliente o fría. Se acompaña con un pan aromático, como de ajo o especias.
Recibe el nombre de “Amanecer en Provenza” gracias al aroma de lavanda que recibe de las hierbas, además de que su color ligeramente rosado asemeja el sol naciente proyectado en los deslavados muros de ésta provincia del sudeste de Francia.
INGREDIENTES (4 porciones)
500 gr. Pasta de sémola de trigo (forma al gusto)
1 kg. Crema
500 gr. Salchicha de pavo
100 ml. Aceite de oliva
Hierbas provenzales
Sal
MODO DE PREPARACIÓN
Cuece la pasta en abundante agua. Un buen chef reconoce el punto “al dente” cuando la pasta ya no sabe a masa cruda y tiene una consistencia firme (es recomedable no exceder la cocción para que el siguiente paso no deshaga la forma).
El agua debe saber a mar, es decir que hay que incorporarle dos pizcas de sal y calentarla antes de verter en ella la pasta. El tiempo de cocción varía de acuerdo a la densidad de su corte. Yo prefiero para esta receta las formas grandes y sólidas, como las que ofrece el fusilli, fetuccini, rigatoni, penne o el mecí rigatoni.
Para evitar que la pasta se pegue entre sí, hay que menear delicadamente pocas veces, de preferencia a fuego medio para que tampoco se adhiera al fondo. Se puede incorporar un chorrito de aceite. No se recomienda tapar (aunque parezca que se escapa el calor), porque la espuma del agua caliente puede elevarse demasiado, desbordar la olla y puede apagar el fuego.
Una vez que se tenga la pasta cocida, hay que depositarla en un colador para eliminar el exceso de agua. Si lo deseas, puedes además “lavar” un poco la pasta con agua fría para interrumpir su cocción.
En una casuela con superficie antiadherente, calienta (sólo un poco, a fuego medio) el aceite y dora en éste la salchicha, cortada en pequeños trozos previamente. Cuando haya adquirido un color dorado, esparce sobre ella (aún en la casuela) las hierbas provenzales. Una mezcla preparada de éstas se adquiere en los centros comerciales y comercios gourmet.
No hay que dorar demasiado las hiervas, sólo lo suficiente para que el aceite extraiga su sabor natural.
Sobre la salchicha dorada y las hiervas provenzales (aún en la casuela), verte la crema para que eliminar su consistencia sólida y adquiera los sabores. Menea constantemente para no permitir la formación de grumos.
Finalmente coloca la pasta sobre el recipiente en el que desees presentarla y sobre ella rocía la salsa formada por la crema, la salchicha y las hierbas provenzales. No es necesario agregar sal debido a que la salchicha de pavo tiene un sabor ligeramente salado. Puede degustarse caliente o fría. Se acompaña con un pan aromático, como de ajo o especias.
Recibe el nombre de “Amanecer en Provenza” gracias al aroma de lavanda que recibe de las hierbas, además de que su color ligeramente rosado asemeja el sol naciente proyectado en los deslavados muros de ésta provincia del sudeste de Francia.
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