2012

Con mi mente ocupada en la predicción apocalíptica de que nuestro planeta, y con él gran parte de la vida, podrían ser destruidos el próximo 20 de diciembre de 2012 (20/12/2012), me dispuse a ver ésta nueva historia caótica que arrasó las salas cinematográficas. Sin embargo, no llevaba ni 20 minutos de haber empezado y yo ya tenía en mente otra idea: que (¡por favor!) lo que acabara fuera la película.

Para mí fue un desperdicio de tiempo, dinero y esfuerzo, lo mismo que para muchos que (bajo advertencia) la verán en cine o que luego querrán adquirir en DVD (original o pirata). En cambio, seguramente los productores no piensan lo mismo, puesto que en pocos días han multiplicado abundantemente su inversión.

Como de Astrología y Geofísica sé poco, y por lo tanto podría gozar de poca credibilidad científica, me remitiré mayormente desde la perspectiva cinematográfica, artística, narrativa, comercial… ahí sí tengo mucho qué decir.

Roland Emmerich, director de ésta y otros super fiascos palomeros como Stargate, Independence Day, Godzilla y The day after tomorrow, tiene algo seguro cuando emprende un proyecto: no se necesita más que una premisa simple y un presupuesto abundante para efectos especiales. En honor a la verdad mercadológica, la ecuación es como la Sección Amarilla “le funciona y le funciona muy bien”, y le seguirá funcionando en tanto el espectador sea un agente poco crítico, que no aspire a más que a un rato de entretenimiento, y como de esos hay muchos en el Mundo pues seguramente conservará su racha de éxitos en taquilla.

Hay algo importantísimo que se les pasó a él y a su co-escritor Halard Kloser, ¿cómo es posible que uno desde la butaca sí se haya dado cuenta y estos genios de la pantalla de plata no? Cuando escribieron el argumento de 2012 no incluyeron nada más que unas líneas simplonas entre los diálogos, para hacer referencia el principio básico del Calendario Maya. ¿Dónde quedó la teoría que fundamenta la creencia de que el orbe será destruido?

Esta es una prueba más de que en México no se apoya lo suficiente a la educación y a la ciencia. ¡Qué jodidos estamos los mexicanos! Ni siquiera cuando están analizando los primeros indicadores del caos aparece algún antropólogo del INAH, o al menos algún yucateco nativo que le sepa a los jeroglíficos del códice maya.

De un momento a otro, los continentes y océanos se colapsan, a través de enormes destrucciones ante nuestros ojos las ciudades desaparecen y se transforman en escombros, fuego y muerte. Son tan pedantes en su argumento que hasta osan compararlo con el cataclismo que ocasionó la desaparición de la mítica Atlantis.

Claro, como si fuera poca cosa, se justifica el origen de este Apocalipsis en una serie de explosiones masivas en la superficie solar, éstas provocan una invasión masiva de neutrinos en la Tierra, y a su vez sobrecalientan el núcleo terrestre y provocan inestabilidad en las placas tectónicas.

Según información científica, sí podría ser muy probable dicho acontecimiento, aunque hasta el momento los modelos científicos sólo alcanzan a proyectar que la radiación ocasionará la inhabilitación de la red eléctrica y que podría tardar hasta 4 años en restablecerse. Eso sí ocasionaría un caos global, al punto de regresarnos al Oscurantismo, aunque según los especialistas sería peor en nuestros días, puesto que la gente de antes al menos sabía qué hacer sin luz eléctrica ¿y nosotros? Ahí andamos como leones enjaulados cuando no encontramos el control remoto de la tv, o el celular, o se le acaba la pila a la laptop, ahora imagínate que los del Sindicato Mexicano de Electricistas quisieran boicotear el suministro con apagones permanentes.

En una palabra la película es “increíble”, sí. Nadie se la cree que en un avioncito un aprendiz de vuelo logre escapar de una hecatombe en Los Ángeles. ¿Quién se cree el cuento de que una familia promedio sobreviviría sin los recursos ilimitados de los potentados billonarios?

Para la tranquilidad de muchas consciencias y descansos nocturnos, el Calendario Maya no predice una destrucción del Planeta Azul, mucho menos de la extinción de raza humana, como se supone que pasó con los dinosaurios. Es sólo un cambio de era, como un 31 de diciembre en da fin a un año más. Esa visión demoledora quedó en la Edad de Piedra cuando se le temía a la noche sin saber que habría una mañana al día siguiente. En todo caso deberíamos temerle a la Ley de la Atracción, porque si nos vemos entre ruinas, eso podremos estar atrayendo a nuestro futuro.

Lo mismo digo para el señor director, que si estuviera tan preocupado por la salvación de la humanidad y de la biodiversidad, debería dedicarse a hacer películas con un mensaje ecológico o al menos a donar multimillonarios dólares a alguna ONG con este objetivo.

Por más predicciones de que ese día será una fecha fatídica, yo no creo que la gente cambie. Ahí están los múltiples estudios que confirman el calentamiento global, el derretimiento acelerado de los polos, el desgaste y la contaminación de los recursos naturales, el hambre y la pobreza extrema que sufre gran parte de la población mundial, la extinción de especies naturales… Fuimos advertidos (ésa es una realidad) y hemos hecho casi nada.

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