Normalmente no declaro mi encanto desbordado por una película, por respeto a la percepción personal de cada espectador, a menos de que sienta la necesidad incontrolable de advertirle acerca de una malísima producción, pero… ¡WALL•E en verdad me cautivó!
En un panorama desolador y catastrófico al que seguramente dirigimos el futuro de nuestro planeta, aparece este candoroso personaje, a quien por méritos propios uno termina amando de corazón, de hecho en más de una ocasión a uno se le olvida que es otro invento robótico de la inteligencia artificial.
WALL•E es el nombre de una máquina animada (en el término más amplio de la palabra) cuya misión es la de compactar la chatarra que los seres humanos dejaron abandonada en la Tierra, después de que la propia contaminación absorbió la mancha urbana, los campos y todo espacio vital en el planeta.
Al parecer este amiguito también fue abandonado pero, por su programación de origen, no tiene otra opción más que día a día llevar a cabo esta rutinaria labor.
Es obvio que no es el único personaje, sin embargo pasan las escenas una tras otra y son tan ricas en creatividad e ingenio que prácticamente siguen los minutos sin palabras y uno cada vez se enamora más del robotito humanoide.
Seguramente a sus escritores les llenó tanto el argumento que Andrew Stanton no sólo quiso elaborar el guión, sino además dirigirlo. Éste ya tiene experiencia acumulada por otras caricaturas, como A bug’s life y Finding Nemo, de hecho hasta realizó la voz (en inglés) del villano Emperador Zurg, en Toy Story, de la cual también es escritor.
Otra de las buenas sorpresas que me llevé (ahora que estuve investigando acerca de esta producción) fue la participación del compositor californiano Thomas Newman, quien tiene a la fecha más de 80 partituras para cine y televisión, entre las que destacan Scent of a woman, Meet Joe Black (música que es como mi favorita entre los sountracks), Erin Brockovich, The green mile y Revolutionary Road.
Con esta película Pixar se ganó el Oscar a la mejor película de animación en el 2008, y sin duda nosotros hemos ganado una emotiva y sensible lección de lo importante debe ser para toda la humanidad el implementar lo más pronto posible acciones ecológicas más efectivas.
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