GOOD BYE LENIN! (ADIÓS A LENIN)

Esta película retrata una de las miles de historias que seguramente sucedieron, a partir de que Alemania, durante casi 3 décadas, estuvo dividida por una franja, construida a lo largo de 115 kilómetros, y que separó a la República Democrática (RDA) de la República Federal (RFA).

Ciertamente es una crítica al sistema comunista y a la manera en que dividió al pueblo alemán, no sólo en con una barrera de hormigón y acero, sino con un sistema que desintegró familias. Para el lado oriental, ésta fue concebida como un “Muro de Protección Antifascista”, mientras que los occidentales la apodaban el “Muro de la vergüenza”.

Con la mirada del alemán Wolfgang Becker, Goog bye Lenin! representa una forma íntima y personal de visualizar los efectos de la Guerra Fría, que va más allá del análisis político y social, para internarse hasta el rincón de una recámara, lugar donde reposa Christiane, una mujer que recién acaba de despertar de un coma, ése que le impidió darse cuenta de que el conflicto entre las Alemanias había terminado. ¿Pero cómo recuperarle el tiempo a alguien que no sabe que estuvo dormido durante años?

Esa es precisamente la misión que tiene Alex, el hijo de la comunista, a quien habrá que encaminarla poco a poco hacia la actualización de los acontecimientos. Nos ofrece una respuesta creativa para sortear cada situación, ya que por sobre todo es una historia bien llevada en ritmo y emoción, acerca del amor inmenso de un hijo por su madre.

En México se hizo una exploración similar, pero más burda y con el típico humor pícaro y sínico. En el 92, El bulto conmocionó las salas nacionales con Lauro, el también recuperado de un coma, pero éste después de un golpe que le propinaron durante las manifestaciones estudiantiles del 2 de octubre del 68. Lo bueno es que podemos decir que fue más innovador Gabriel Retes al respecto, quien realizó esta cinta 11 años antes de la alemana.

Ahora que han pasado 20 años de la caída del muro de Berlín, parecen muy lejanas estas escenas, sin embargo no hay que ir tan adentro de la historia universal, basta con echar una mirada a las Coreas, al menos lo suficiente para darse cuenta de una pizca de lo que viven estos orientales en su propia tierra.

Claro que si aún así no queremos tampoco ir demasiado lejos, demos una vuelta por los suburbios metropolitanos, por los cinturones de miseria, o incluso a través de los muros invisibles que son igual o más esclavizantes, como el abuso del poder masculino sobre la mujer, el desinterés por el cuidado del planeta o el desenfreno de la ambición capitalista de algunos… Y ahí sí, amiguitas y amiguitos, no hay para donde correr.

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