¿A DÓNDE VAMOS?

Hechos que sorprenden hoy:
1) El sistema de una tarjeta musical de felicitaciones tiene mayor capacidad que la primera computadora análoga.
2) La computadora de un auto de lujo es más sofisticada y poderosa que la utilizada por la nave espacial del Apolo 11, con la cual se realizó un viaje de ida y regreso a la Luna.

Con estos ejemplos cómo no cuestionarse ¿qué significa el progreso tecnológico y hacia dónde nos lleva?

En los últimos meses, hemos escuchado que en estos tiempos de crisis económica mundial los gobiernos se están esforzando por mantener la industria automotriz, en casi todos los países se han creado programas presupuestales emergentes, estrategias para incentivar la movilización comercial y que los usuarios renovemos nuestros autos.

Yo quiero uno híbrido, pero cada vez que lo pienso más detenidamente, éste parece más lejano, no sólo porque cada día son más costosos y yo conservo mi asalariada posición económica, sino porque al parecer aún no han sido suficientemente convincentes las labores de conscientización con respecto a lo que los combustibles fósiles están provocando en el medio ambiente.

Todos los días la cotización de los barriles de crudo ocupa los noticieros al mismo tiempo que las bolsas de valores. El bien llamado “oro negro” es centro de mercadeos y pugnas políticas, y ésta será una tendencia progresiva en tanto que el petróleo sea cada vez más escaso o su extracción y procesamiento se hagan más difíciles.

Viene luego una pesadilla salida de la ciencia ficción, en la que el mundo se detiene por la escasez de gasolina y las máquinas inteligentes se adueñan de las ciudades, y nada más lejano a ésta escena de la pantalla grande que ver nuestras calles y avenidas, donde las administraciones públicas construyen puentes y bulevares, antes que fomentar la creación de andadores, pasos peatonales y ciclopistas, y mucho menos que promover el uso de transportes alternativos como la bicicleta, o exigir mayor efectividad, calidad y servicio en el transporte urbano.

Entonces es cuando surge la sospechosa duda, con lógica justificación, de que hay algún (o algunos) interesado(s) en frenar ese otro desarrollo tecnológico, uno que aspire a la ganancia económica y al poder como únicos fines, mejor uno sustentable, responsable y respetuoso del medio ambiente.

¿Dónde está la variable de la ecuación que no está funcionando? Y tan importante como señalar quién es ese que entorpece las alternativas ecológicas, seguiremos preguntándonos ¿Por qué no?

NOTA: Las ilustraciones son de Adrian Johnson

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