MUCHOS HUEVOS

La semana pasada me di a la tarea de ayudar a un amigo, estudiante de Contador Público, que debía dar un discurso de bienvenida a los nuevos universitarios.

Con la observancia institucional le escribí un mensaje, que primeramente (obvio) fuera de la complacencia de las autoridades y luego, siguiendo el objetivo esencial, aspirara a marcar un punto de reflexión acerca de la educación superior en México.

Estoy seguro que desde hace meses, o quizás años, todos hemos escuchado mucho las palabras: certificados de calidad, innovación curricular, trayectoria institucional o prestigio educativo… Pero también estoy seguro que muy pocas de las universidades en verdad lo son.

Yo tengo ya varios años de haber egresado, me titulé y ejerzo mi profesión, y por toda esa cadena de verbos debo reconocer que soy muy afortunado. Podría haberme ganado lo asno y haber no terminado la carrera; podría no tener el título de licenciado en la pared o simplemente podría ahora trabajar en algo por lo que no me chamusqué las pestañotas durante 5 años.

Como estos nuevos estudiantes, un día tuve la oportunidad de elegir. Como pocos, seleccionamos una de las instituciones de educación superior y en ella decidimos cuál profesión estudiar. Otro verbo privilegiado: elegir.

Miles solicitamos ingreso, pero otros muchos más se quedaron fuera en el proceso de selección. Algunos están se tuvieron que ir a otras universidades o tal vez ni siquiera eso, se quedaron sin estudiar porque no tuvieron otra alternativa.

Quienes sí obtuvimos un lugar se lo debemos no sólo al buen resultado en un examen de ingreso, sino a un esfuerzo mayor de los 3 años (y más) previos a ese estresante día.

Espero todos sepamos esto, ya que nuestra cultura del “día a día” nos enseña poco acerca de prever, planear, organizar y ejecutar un plan de vida. Esto no es más que esfuerzo constante, el cual seguramente será más agotador cuando no hay entusasmo, disciplina, control y visión.

La gorda se queja de estar obesa, pero el único ejercicio que ha hecho es seguir el rastro de la garnacha y los caramelos. El atleta se queja de haber llegado a la meta en último lugar, pero en lugar de entrenar a consciencia se la pasó en eventos con sus patrocinadores. La pensión del jubilado es poca, pero al joven le da flojera trabajar y no le interesa ahorrar para su vejez, mientras que para el viejo ya es tarde planear su retiro voluntario.

Si somos como un automóvil que sale de viaje con el tanque de gasolina medio lleno, no nos quejemos.

A mí me ha pasado, lo confieso y acepto. Cuando yo apliqué mi solicitud de ingreso a la universidad, quedé en el 5º lugar de la lista de aceptados. ¿Dónde quedó esa excelencia después de que regresé del intercambio a la mitad de la carrera?

Nunca había reprobado en ninguna de mis materias, de hecho siempre fui de los ñoños estudiosillos. Hasta la universidad. Cuando reprobé, dije muy orgulloso dije que jamás fue por burro, sí por socialito.

Aprendí muchas cosas extra currícula, sí, pero al final me reprobaron 5 veces por inconstante y por falta de tenacidad.

Tarde me di cuenta. El día de la ceremonia de entrega de títulos, entre autoridades, maestros, familiares y compañeros, me arrepentí de haber recibido sólo mi título. Tuve la oportunidad de haberme ganado una mención honorífica o al menos un reconocimiento por alto desempeño académico… y no. ¡Qué triste!

Estudiar una carrera debe significar un camino hacia el empleo, a excepción de quienes estudian por el mero gusto de aprender… o mientras se casan… o mientras reciben la herencia… o en tanto le atinan al premio gordo de la lotería…

Y así, cada vez somos más los jóvenes que egresamos de las universidades, por lo tanto cada vez será más exigente la competencia de un puesto de trabajo, la instalación de una empresa autoempleadora, la obtención de una beca de estudios de posgrado. La tarea por ahora será revisar la calidad del mejor producto: uno mismo.

Mejor profesionista=mejor empleo=mejor calidad de vida es una ecuación que para que funcione de manera efectiva, debemos saber desde ahora que ese trabajo al que aspiramos dependerá de todos los días que estemos en la universidad, dentro y fuera del salón, aprovechando esta oportunidad.

PD. El tiempo no vuelve y mientras podamos hay que ponerle “muchos huevos”.

NOTA: Las imágenes son parte de la colección 12 huevos fritos escaneados, del madrileño Jorge Negrotti.

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