¿Le vio las nalgas a la muchacha de atrás?
Si le vio las nalgas, vaya de inmediato a ver a su oculista… ¡porque es la axila de la muchacha que toma la foto!
LECCIONES DE ESPAÑOL
En vista de que la dificultad nos invaden desde todos los frentes: la crisis económica, la política y social, la de valores, la de la edad, la nerviosa… el idioma no se ha librado.
Por esto pongo a su disposición unas breves lecciones de Español, con la esperanza de que tomemos conciencia de que también debemos rescatar la riqueza de nuestra lengua, y que en lugar de abreviar palabras y confundir con sentidos ambiguos, enseñemos desde pequeños a las futuras generaciones esta valiosa herencia de Cervantes, Benedetti, Lope de Vega, Paz, etc.
INTENTEMOS DECIR: Estoy absolutamente seguro de que esto no es factible.
EN LUGAR DE: ¡No mames, güey!
INTENTEMOS DECIR: ¿Lo que mencionas es en serio?
EN LUGAR DE: ¿Te cae de madre, cabrón?
INTENTEMOS DECIR: Lo siento, pero yo no estuve a cargo de ese proyecto.
EN LUGAR DE: Ese no es mi pedo.
INTENTEMOS DECIR: No estoy seguro de que esto pueda ser implementado.
EN LUGAR DE: ¡No mames, esto ni a madrazos sale!
INTENTEMOS DECIR: Ajustaré mi agenda para ver cómo podemos programar esta nueva tarea.
EN LUGAR DE: ¿Por qué chingada madre no me hablaste antes?
INTENTEMOS DECIR: Él no esta familiarizado con este tema.
EN LUGAR DE: Ese pendejo no sabe ni madres.
INTENTEMOS DECIR: Tengo sobre carga de trabajo.
EN LUGAR DE: Estoy hasta la madre de la chamba.
INTENTEMOS DECIR: Por favor, ¿podrías buscar a alguien más para que te ayude?
EN LUGAR DE: ¿Me viste la cara de tu pendejo o qué chingados?
INTENTEMOS DECIR: En este momento no me es posible ayudarte.
EN LUGAR DE: Ándele, ándele, váyase a chingar a su madre.
Por esto pongo a su disposición unas breves lecciones de Español, con la esperanza de que tomemos conciencia de que también debemos rescatar la riqueza de nuestra lengua, y que en lugar de abreviar palabras y confundir con sentidos ambiguos, enseñemos desde pequeños a las futuras generaciones esta valiosa herencia de Cervantes, Benedetti, Lope de Vega, Paz, etc.
INTENTEMOS DECIR: Estoy absolutamente seguro de que esto no es factible.
EN LUGAR DE: ¡No mames, güey!
INTENTEMOS DECIR: ¿Lo que mencionas es en serio?
EN LUGAR DE: ¿Te cae de madre, cabrón?
INTENTEMOS DECIR: Lo siento, pero yo no estuve a cargo de ese proyecto.
EN LUGAR DE: Ese no es mi pedo.
INTENTEMOS DECIR: No estoy seguro de que esto pueda ser implementado.
EN LUGAR DE: ¡No mames, esto ni a madrazos sale!
INTENTEMOS DECIR: Ajustaré mi agenda para ver cómo podemos programar esta nueva tarea.
EN LUGAR DE: ¿Por qué chingada madre no me hablaste antes?
INTENTEMOS DECIR: Él no esta familiarizado con este tema.
EN LUGAR DE: Ese pendejo no sabe ni madres.
INTENTEMOS DECIR: Tengo sobre carga de trabajo.
EN LUGAR DE: Estoy hasta la madre de la chamba.
INTENTEMOS DECIR: Por favor, ¿podrías buscar a alguien más para que te ayude?
EN LUGAR DE: ¿Me viste la cara de tu pendejo o qué chingados?
INTENTEMOS DECIR: En este momento no me es posible ayudarte.
EN LUGAR DE: Ándele, ándele, váyase a chingar a su madre.
PHILADELPHIA
Con motivo del Día Mundial de Lucha contra el SIDA volvemos a poner la mesa del debate otro de los temas más ácidos para la sociedad contemporánea: los efectos de una pandemia que sin duda a cambiado radicalmente nuestra vida tan sólo en 2 ½ décadas de civilización moderna.
Sin dejar lugar a suposiciones, ésta película se sitúa nada menos que en la cuna de la Libertad y de la Declaración de Independencia de Norteamérica, ésta que se resume a la estimación de la igualdad entre todas las personas, por encima de su condición social, étnica, económica, política, religiosa y sexual, tanto de su anatomía (hombre / mujer) como de su preferencia (heterosexual / homosexual).
Para la comunidad gay, Philadelphia logró reabrir canales al respeto y a la identidad, y ése es un logro que pueden contar su director Jonathan Demme (también aplaudido por The silence of the lambs), su escritor Ron Nyswaner, y hasta sus actores principales Tom Hanks y Denzel Washington; a todos ellos les valió múltiples reconocimientos como mejor película, guión original, música, actuaciones y demás ingredientes cinematográficos en festivales de críticos y aficionados.
Aunque, muy a pesar de que muchos deseen otorgarle 10 estrellitas, yo creo que tiene serios detalles que no quisieron dejar de lado, ya sea porque fueron arrastrados por los estereotipos o porque simplemente estaba asegurada la recaudación de dólares en la comercialización de la cinta.
El hecho de que Andrew Beckett sea un homosexual que debe asumir las consecuencias de sus impulsos promiscuos en los cines porno, marca una gran deferencia argumental que si hubiera sido un heterosexual contagiado en una transmisión sanguínea irresponsable. De ahí que resaltan 2 ejes por los que debemos interpretar este film:
1) El impacto personal y social del SIDA.
Es más sencillo ver esta historia en la pantalla y mantenerse a distancia, ahí uno se conmueve sin reservas, ¿pero qué sucede al interior de las familias con hijos homosexuales e hijas lesbianas? Sean seropositivos o no.
2) El impacto laboral y económico del SIDA.
¡Qué fortuna que esta película cuestionara la dimensión profesional desde su aspecto legal! En el proceso, se cuestiona a un grupo de altos jerarcas de la abogacía, por sus prejuicios, y luego parece una mofa de las leyes cuando el abogado defensor interroga a más de un testigo acerca de su preferencia sexual, pero al final de cuentas ésa es la raíz del conflicto ¿a quién le importa?
A menos de que alguien opine lo contrario, estoy convencido de que cuando se recluta al personal en los centros de trabajo, se le evalúan sus habilidades y capacidades para las labores asignadas, y para nada se le pagaría a cambio de la restricción de su pareja sexual.
Porque en ese momento, amigas y amigos, además de dejar de lado al abogado, médico, al profesor, al economista, al arquitecto… no se le puede llamar de otra forma más que prostitución profesional, y eso es justo lo que cuestiona finalmente el argumento. ¿Se puede elogiar públicamente a prominentes profesionistas y, en lo privado, ser gay?
Desde que en 1983 fuera detectado, identificado y registrado el primer caso de VIH, millones de personas han sido contagiadas y por millones de justificaciones en discursos oficiales, en sermones religiosos y en argumentos culturales, la epidemia continúa.
Por todo eso es que debemos rescatar una lectura más profunda de esta historia: es nuestra labor buscar la dignidad de todas las personas.
Sin dejar lugar a suposiciones, ésta película se sitúa nada menos que en la cuna de la Libertad y de la Declaración de Independencia de Norteamérica, ésta que se resume a la estimación de la igualdad entre todas las personas, por encima de su condición social, étnica, económica, política, religiosa y sexual, tanto de su anatomía (hombre / mujer) como de su preferencia (heterosexual / homosexual).
Para la comunidad gay, Philadelphia logró reabrir canales al respeto y a la identidad, y ése es un logro que pueden contar su director Jonathan Demme (también aplaudido por The silence of the lambs), su escritor Ron Nyswaner, y hasta sus actores principales Tom Hanks y Denzel Washington; a todos ellos les valió múltiples reconocimientos como mejor película, guión original, música, actuaciones y demás ingredientes cinematográficos en festivales de críticos y aficionados.
Aunque, muy a pesar de que muchos deseen otorgarle 10 estrellitas, yo creo que tiene serios detalles que no quisieron dejar de lado, ya sea porque fueron arrastrados por los estereotipos o porque simplemente estaba asegurada la recaudación de dólares en la comercialización de la cinta.
El hecho de que Andrew Beckett sea un homosexual que debe asumir las consecuencias de sus impulsos promiscuos en los cines porno, marca una gran deferencia argumental que si hubiera sido un heterosexual contagiado en una transmisión sanguínea irresponsable. De ahí que resaltan 2 ejes por los que debemos interpretar este film:
1) El impacto personal y social del SIDA.
Es más sencillo ver esta historia en la pantalla y mantenerse a distancia, ahí uno se conmueve sin reservas, ¿pero qué sucede al interior de las familias con hijos homosexuales e hijas lesbianas? Sean seropositivos o no.
2) El impacto laboral y económico del SIDA.
¡Qué fortuna que esta película cuestionara la dimensión profesional desde su aspecto legal! En el proceso, se cuestiona a un grupo de altos jerarcas de la abogacía, por sus prejuicios, y luego parece una mofa de las leyes cuando el abogado defensor interroga a más de un testigo acerca de su preferencia sexual, pero al final de cuentas ésa es la raíz del conflicto ¿a quién le importa?
A menos de que alguien opine lo contrario, estoy convencido de que cuando se recluta al personal en los centros de trabajo, se le evalúan sus habilidades y capacidades para las labores asignadas, y para nada se le pagaría a cambio de la restricción de su pareja sexual.
Porque en ese momento, amigas y amigos, además de dejar de lado al abogado, médico, al profesor, al economista, al arquitecto… no se le puede llamar de otra forma más que prostitución profesional, y eso es justo lo que cuestiona finalmente el argumento. ¿Se puede elogiar públicamente a prominentes profesionistas y, en lo privado, ser gay?
Desde que en 1983 fuera detectado, identificado y registrado el primer caso de VIH, millones de personas han sido contagiadas y por millones de justificaciones en discursos oficiales, en sermones religiosos y en argumentos culturales, la epidemia continúa.
Por todo eso es que debemos rescatar una lectura más profunda de esta historia: es nuestra labor buscar la dignidad de todas las personas.
PIECES OF APRIL (MOMENTOS DE PERDÓN)
Para muchos no-americanos el Thanksgiving Day representa el comienzo oficial de la temporada navideña de compras emergentes, de envoltura de regalos y de programación de fiestas… sin embargo para muchos de ellos sí tiene una trascendencia que evoca al verdadero sentimiento de unidad. (Ha! Do they really know what does it mean?)
En 2003, Peter Hedges se dedicó a explorar este tema, y con la intensión de hacerlo pasar como un acontecimiento familiar e íntimo, nos muestra esta producción con una factura que pudiera pasar por una de bajo presupuesto, casera y con cámara en mano.
En el rol principal encontramos a la cándida y dulce Katie Holmes, a quien podemos recordar más por su participación en Dawson’s Creek, donde interpretó a Joey Potter. Aquí la vemos una vez más como una chica linda, sólo que ahora disfrazada con ropa “alternativa” y dedicada a los preparativos de esta celebración, ya que se le ocurrió invitar a su familia, la cual tendrá que manejar desde Pennsylvania para encontrarse en uno de los barrios más pobres de la capital neoyorkina.
Y digo que ella se ve linda y disfrazada porque quizás hubiera sido una mejor decisión el que una actriz más ruda hiciera este papel, alguien como la tosca Hilary Swank (Boys don’t cry) o la diabólica de Fairuza Balk (The craft).
Se necesitaba una actriz más dura, porque la historia nos hace suponer que es una hija rebelde y renegona. La familia misma la considera como la oveja negra, ellos mismos en su trayecto geográfico deberán hacer una retrospectiva de muchos de los momentos en los que April estuvo casi al borde de la maldad, así tendrán que encontrar un motivo por el que esta celebración sea un verdadero encuentro familiar.
¿Quién tiene los mayores argumentos para abandonar la misión? Su madre, Patricia Clarkson, quien con voz ronca y tono desenfadado, toma esta ocasión como un último aliento en una batalla que va perdiendo contra el cáncer.
Pieces of April es una buena traslación de un Día de Acción de Gracias hasta nuestros días, donde al igual que lo hicieron los primeros colonizadores ingleses en América, ésta debe ser una conmemoración del esfuerzo al final de una jornada, donde la lección principal es que “siembras lo que cosechas”, y donde todos se sientan a la mesa como iguales.
Yo la considero una deliciosa obra sinfónica con un final emocionante y conmovedor. Después de verla nos deja con una tarea: ¿qué puede ser tan grande como para dividir a dos personas? Y como consecuencia ¿qué puede ser tan imperdonable para separarnos?
En 2003, Peter Hedges se dedicó a explorar este tema, y con la intensión de hacerlo pasar como un acontecimiento familiar e íntimo, nos muestra esta producción con una factura que pudiera pasar por una de bajo presupuesto, casera y con cámara en mano.
En el rol principal encontramos a la cándida y dulce Katie Holmes, a quien podemos recordar más por su participación en Dawson’s Creek, donde interpretó a Joey Potter. Aquí la vemos una vez más como una chica linda, sólo que ahora disfrazada con ropa “alternativa” y dedicada a los preparativos de esta celebración, ya que se le ocurrió invitar a su familia, la cual tendrá que manejar desde Pennsylvania para encontrarse en uno de los barrios más pobres de la capital neoyorkina.
Y digo que ella se ve linda y disfrazada porque quizás hubiera sido una mejor decisión el que una actriz más ruda hiciera este papel, alguien como la tosca Hilary Swank (Boys don’t cry) o la diabólica de Fairuza Balk (The craft).
Se necesitaba una actriz más dura, porque la historia nos hace suponer que es una hija rebelde y renegona. La familia misma la considera como la oveja negra, ellos mismos en su trayecto geográfico deberán hacer una retrospectiva de muchos de los momentos en los que April estuvo casi al borde de la maldad, así tendrán que encontrar un motivo por el que esta celebración sea un verdadero encuentro familiar.
¿Quién tiene los mayores argumentos para abandonar la misión? Su madre, Patricia Clarkson, quien con voz ronca y tono desenfadado, toma esta ocasión como un último aliento en una batalla que va perdiendo contra el cáncer.
Pieces of April es una buena traslación de un Día de Acción de Gracias hasta nuestros días, donde al igual que lo hicieron los primeros colonizadores ingleses en América, ésta debe ser una conmemoración del esfuerzo al final de una jornada, donde la lección principal es que “siembras lo que cosechas”, y donde todos se sientan a la mesa como iguales.
Yo la considero una deliciosa obra sinfónica con un final emocionante y conmovedor. Después de verla nos deja con una tarea: ¿qué puede ser tan grande como para dividir a dos personas? Y como consecuencia ¿qué puede ser tan imperdonable para separarnos?
LOS 3 ÚLTIMOS DESEOS DE ALEJANDRO MAGNO
Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro “El Grande” convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
1.- Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época,
2.- Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas) fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y...
3.- Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd y a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro ¿cuáles eran sus razones?
Alejandro le explicó:
1.- Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar,
2.- Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen,
3.- Quiero que mis manos se balanceen al viento para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo.
1.- Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época,
2.- Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas) fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y...
3.- Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd y a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro ¿cuáles eran sus razones?
Alejandro le explicó:
1.- Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar,
2.- Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen,
3.- Quiero que mis manos se balanceen al viento para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo.
SOLAS
Bajo la mirada de Benito Zambrano, nos llega esta historia desde el corazón de España, no sólo por su ubicación en un típico barrio pobre de provincia, sino porque seguramente muchas de las familias ibéricas (y lamentablemente de todo el mundo) viven algún tipo de situación similar a que se nos presenta con Solas.
En ella, María Galiano es una madre candorosa, atenta y preocupada por todo desvalido. Una imagen gráfica justa para representarla sería la de una arisca mascota hogareña, que a fuerza de violencia y agresiones se ha vuelto dócil y sumisa. Muchas actrices españolas podrían haberle llegado al papel, pero sin duda Doña María es la percha perfecta para esta caracterización, su andar retraído y su dulzura a flor de lágrimas es inigualable. Si la señora me lo permite, yo podría decir que es prácticamente la abuelita de nuestro imaginario popular, como lo fue en su tiempo Sara García.
En contraparte aparece Ana Fernández que, en el mismo sentido comparativo, tendría que ser una perra recelosa y llena de rabia, a quien los maltratos la han convertido en una bolsa de resentimientos y furia. No es por más, con justa razón vive en la amargura, la vida no le ha sido sencilla, ni cuando estuvo en con un padre alcohólico y golpeador, ni en la calle donde arrastra la desgracia de relacionarse con hombres, iguales o más impulsivos.
A pesar de que la madre nos da una muestra de que muchas de las más dolorosas heridas no son visibles sobre la piel, le queda siempre ese sentimiento de bondad con el que ilumina todo en su camino, incluido el vecino, ya retirado, que se autoproclama como un chismoso profesional, a fuerza de que no tiene otra cosa qué hacer.
El cuadro apunta a ser otra historia complaciente, con un final de esos que a todos dejan a gusto, pero no es tan sencillo como eso, el director hizo de este argumento un libreto inteligente y muy bien llevado, en el que para alcanzar esa gloriosa paz hay que librarse primero de todos los demonios, de los que nos quieren hacer daño y de los que habitan en nuestro interior, sembrados en nuestro corazón con deseos de venganza.
Es una extraordinaria película que hay que ver en cuanto se pueda. Como muchas buenas películas, uno de sus méritos es que al mirarla detenidamente, uno se da cuenta de que seguramente tuvieron que lidiar con un presupuesto recortado, sin embargo esta una buena historia necesitó de efectos especiales. Además sólo hubieran distraído el tema central y muy importante de dar un mensaje en contra de la violencia hacia las mujeres.
Quizás por el tema, por sus buenas actuaciones, por su montaje bien llevado, o por todo junto, es que ha sido condecorada en muchos de los festivales más reconocimos, como el Ariel mexicano, que en 2001 obtuvo el bien merecido premio a la Mejor Película Iberoamericana, año en el que Amores Perros arrasó con casi todas sus nominaciones.
Aunque suene muy cursi, el mejor galardón es el de la audiencia, ya que eso significa que el mensaje llega, es decir que debe erradicarse esa dolorosa costumbre de violentar a las mujeres. Véala y si ve reflejado, aguántese como los hombres, no le apague y dése cuenta de que hay algo que está haciendo mal.
En ella, María Galiano es una madre candorosa, atenta y preocupada por todo desvalido. Una imagen gráfica justa para representarla sería la de una arisca mascota hogareña, que a fuerza de violencia y agresiones se ha vuelto dócil y sumisa. Muchas actrices españolas podrían haberle llegado al papel, pero sin duda Doña María es la percha perfecta para esta caracterización, su andar retraído y su dulzura a flor de lágrimas es inigualable. Si la señora me lo permite, yo podría decir que es prácticamente la abuelita de nuestro imaginario popular, como lo fue en su tiempo Sara García.
En contraparte aparece Ana Fernández que, en el mismo sentido comparativo, tendría que ser una perra recelosa y llena de rabia, a quien los maltratos la han convertido en una bolsa de resentimientos y furia. No es por más, con justa razón vive en la amargura, la vida no le ha sido sencilla, ni cuando estuvo en con un padre alcohólico y golpeador, ni en la calle donde arrastra la desgracia de relacionarse con hombres, iguales o más impulsivos.
A pesar de que la madre nos da una muestra de que muchas de las más dolorosas heridas no son visibles sobre la piel, le queda siempre ese sentimiento de bondad con el que ilumina todo en su camino, incluido el vecino, ya retirado, que se autoproclama como un chismoso profesional, a fuerza de que no tiene otra cosa qué hacer.
El cuadro apunta a ser otra historia complaciente, con un final de esos que a todos dejan a gusto, pero no es tan sencillo como eso, el director hizo de este argumento un libreto inteligente y muy bien llevado, en el que para alcanzar esa gloriosa paz hay que librarse primero de todos los demonios, de los que nos quieren hacer daño y de los que habitan en nuestro interior, sembrados en nuestro corazón con deseos de venganza.
Es una extraordinaria película que hay que ver en cuanto se pueda. Como muchas buenas películas, uno de sus méritos es que al mirarla detenidamente, uno se da cuenta de que seguramente tuvieron que lidiar con un presupuesto recortado, sin embargo esta una buena historia necesitó de efectos especiales. Además sólo hubieran distraído el tema central y muy importante de dar un mensaje en contra de la violencia hacia las mujeres.
Quizás por el tema, por sus buenas actuaciones, por su montaje bien llevado, o por todo junto, es que ha sido condecorada en muchos de los festivales más reconocimos, como el Ariel mexicano, que en 2001 obtuvo el bien merecido premio a la Mejor Película Iberoamericana, año en el que Amores Perros arrasó con casi todas sus nominaciones.
Aunque suene muy cursi, el mejor galardón es el de la audiencia, ya que eso significa que el mensaje llega, es decir que debe erradicarse esa dolorosa costumbre de violentar a las mujeres. Véala y si ve reflejado, aguántese como los hombres, no le apague y dése cuenta de que hay algo que está haciendo mal.
MALÈNA
¡Qué bueno que el director se decidió seleccionar a Monica Bellucci para este personaje! Mis felicitaciones, ya que con esta bien torneada italiana logra su cometido, que todo el mundo vea la película deseoso de verla a ella, así como es, la mujer exótica que despierta pasiones.
Porque nada menos que eso es Malena Scordia, una mujer que no es tratada más que como un pedazo de carne, que fue creado para la satisfacción de la lujuria masculina y para provocar la envidia femenina.
La primera vez que vi Malena pensé que sería otra película conmovedora de Giuseppe Tornatore, bien recordado por su maravilloso Nuovo cinema Paradiso, y en realidad sí, pienso que la cinta es muy emocional, porque más que conmovido salí conmocionado del cine, incluso hasta ofendido, por el grado de misoginia al que podemos llegar como sociedad. La segunda vez y las siguientes, ya se ha vuelto un morbo inevitable.
Según el argumento, una mujer sólo tiene dos opciones de identidad: ser esposa o convertirse en puta, como lo primero debe tener un marido que la haga digna de honor, mientras que como lo segundo se atendrá a las consecuencias de que los demás hombres la hagan digna de sus deseos.
Claro, podríamos justificarse con un “es que la película está situada en 1940 y en ese entonces aún no se quemaban los brasieres en las plazas públicas, como una expresión de la revolución feminista”, pero aunque fuera por eso, el maltrato hacia las mujeres es un tema nuestro de todos los días desde hace siglos.
De un modo o de otro, tristemente el dogma sigue vigente: la mujer no vale tanto como le hombre, ella no necesita nada más que contraer matrimonio, tener hijos y una casa bonita, ¡pero claro! deberá cumplir sus obligaciones amatorias con su marido.
Este pensamiento retrógrado no es más que pura basura. Schopenhauer dijo a principios del siglo XIX que “las mujeres son animales de ideas cortas y cabellos largos”, y 2 siglos después aún nos sigue pareciendo gracioso.
Esta no es la primera película que denuncia la desigualdad y el abuso hacia las mujeres, pero sí debemos rescatar de ella la lección de mucho del daño en su contra también es asimilado y respaldado por otras mujeres, porque no sólo es cuestión de que los hombres dejen de violentarlas sino que las mismas madres, hermanas, amigas, no cuestionen a los hombres que quieren una relación equilibrada y sana criticándolos como mandilones o débiles. La equidad es trabajo de ambos interesados.
Porque nada menos que eso es Malena Scordia, una mujer que no es tratada más que como un pedazo de carne, que fue creado para la satisfacción de la lujuria masculina y para provocar la envidia femenina.
La primera vez que vi Malena pensé que sería otra película conmovedora de Giuseppe Tornatore, bien recordado por su maravilloso Nuovo cinema Paradiso, y en realidad sí, pienso que la cinta es muy emocional, porque más que conmovido salí conmocionado del cine, incluso hasta ofendido, por el grado de misoginia al que podemos llegar como sociedad. La segunda vez y las siguientes, ya se ha vuelto un morbo inevitable.
Según el argumento, una mujer sólo tiene dos opciones de identidad: ser esposa o convertirse en puta, como lo primero debe tener un marido que la haga digna de honor, mientras que como lo segundo se atendrá a las consecuencias de que los demás hombres la hagan digna de sus deseos.
Claro, podríamos justificarse con un “es que la película está situada en 1940 y en ese entonces aún no se quemaban los brasieres en las plazas públicas, como una expresión de la revolución feminista”, pero aunque fuera por eso, el maltrato hacia las mujeres es un tema nuestro de todos los días desde hace siglos.
De un modo o de otro, tristemente el dogma sigue vigente: la mujer no vale tanto como le hombre, ella no necesita nada más que contraer matrimonio, tener hijos y una casa bonita, ¡pero claro! deberá cumplir sus obligaciones amatorias con su marido.
Este pensamiento retrógrado no es más que pura basura. Schopenhauer dijo a principios del siglo XIX que “las mujeres son animales de ideas cortas y cabellos largos”, y 2 siglos después aún nos sigue pareciendo gracioso.
Esta no es la primera película que denuncia la desigualdad y el abuso hacia las mujeres, pero sí debemos rescatar de ella la lección de mucho del daño en su contra también es asimilado y respaldado por otras mujeres, porque no sólo es cuestión de que los hombres dejen de violentarlas sino que las mismas madres, hermanas, amigas, no cuestionen a los hombres que quieren una relación equilibrada y sana criticándolos como mandilones o débiles. La equidad es trabajo de ambos interesados.
2012
Con mi mente ocupada en la predicción apocalíptica de que nuestro planeta, y con él gran parte de la vida, podrían ser destruidos el próximo 20 de diciembre de 2012 (20/12/2012), me dispuse a ver ésta nueva historia caótica que arrasó las salas cinematográficas. Sin embargo, no llevaba ni 20 minutos de haber empezado y yo ya tenía en mente otra idea: que (¡por favor!) lo que acabara fuera la película.
Para mí fue un desperdicio de tiempo, dinero y esfuerzo, lo mismo que para muchos que (bajo advertencia) la verán en cine o que luego querrán adquirir en DVD (original o pirata). En cambio, seguramente los productores no piensan lo mismo, puesto que en pocos días han multiplicado abundantemente su inversión.
Como de Astrología y Geofísica sé poco, y por lo tanto podría gozar de poca credibilidad científica, me remitiré mayormente desde la perspectiva cinematográfica, artística, narrativa, comercial… ahí sí tengo mucho qué decir.
Roland Emmerich, director de ésta y otros super fiascos palomeros como Stargate, Independence Day, Godzilla y The day after tomorrow, tiene algo seguro cuando emprende un proyecto: no se necesita más que una premisa simple y un presupuesto abundante para efectos especiales. En honor a la verdad mercadológica, la ecuación es como la Sección Amarilla “le funciona y le funciona muy bien”, y le seguirá funcionando en tanto el espectador sea un agente poco crítico, que no aspire a más que a un rato de entretenimiento, y como de esos hay muchos en el Mundo pues seguramente conservará su racha de éxitos en taquilla.
Hay algo importantísimo que se les pasó a él y a su co-escritor Halard Kloser, ¿cómo es posible que uno desde la butaca sí se haya dado cuenta y estos genios de la pantalla de plata no? Cuando escribieron el argumento de 2012 no incluyeron nada más que unas líneas simplonas entre los diálogos, para hacer referencia el principio básico del Calendario Maya. ¿Dónde quedó la teoría que fundamenta la creencia de que el orbe será destruido?
Esta es una prueba más de que en México no se apoya lo suficiente a la educación y a la ciencia. ¡Qué jodidos estamos los mexicanos! Ni siquiera cuando están analizando los primeros indicadores del caos aparece algún antropólogo del INAH, o al menos algún yucateco nativo que le sepa a los jeroglíficos del códice maya.
De un momento a otro, los continentes y océanos se colapsan, a través de enormes destrucciones ante nuestros ojos las ciudades desaparecen y se transforman en escombros, fuego y muerte. Son tan pedantes en su argumento que hasta osan compararlo con el cataclismo que ocasionó la desaparición de la mítica Atlantis.
Claro, como si fuera poca cosa, se justifica el origen de este Apocalipsis en una serie de explosiones masivas en la superficie solar, éstas provocan una invasión masiva de neutrinos en la Tierra, y a su vez sobrecalientan el núcleo terrestre y provocan inestabilidad en las placas tectónicas.
Según información científica, sí podría ser muy probable dicho acontecimiento, aunque hasta el momento los modelos científicos sólo alcanzan a proyectar que la radiación ocasionará la inhabilitación de la red eléctrica y que podría tardar hasta 4 años en restablecerse. Eso sí ocasionaría un caos global, al punto de regresarnos al Oscurantismo, aunque según los especialistas sería peor en nuestros días, puesto que la gente de antes al menos sabía qué hacer sin luz eléctrica ¿y nosotros? Ahí andamos como leones enjaulados cuando no encontramos el control remoto de la tv, o el celular, o se le acaba la pila a la laptop, ahora imagínate que los del Sindicato Mexicano de Electricistas quisieran boicotear el suministro con apagones permanentes.
En una palabra la película es “increíble”, sí. Nadie se la cree que en un avioncito un aprendiz de vuelo logre escapar de una hecatombe en Los Ángeles. ¿Quién se cree el cuento de que una familia promedio sobreviviría sin los recursos ilimitados de los potentados billonarios?
Para la tranquilidad de muchas consciencias y descansos nocturnos, el Calendario Maya no predice una destrucción del Planeta Azul, mucho menos de la extinción de raza humana, como se supone que pasó con los dinosaurios. Es sólo un cambio de era, como un 31 de diciembre en da fin a un año más. Esa visión demoledora quedó en la Edad de Piedra cuando se le temía a la noche sin saber que habría una mañana al día siguiente. En todo caso deberíamos temerle a la Ley de la Atracción, porque si nos vemos entre ruinas, eso podremos estar atrayendo a nuestro futuro.
Lo mismo digo para el señor director, que si estuviera tan preocupado por la salvación de la humanidad y de la biodiversidad, debería dedicarse a hacer películas con un mensaje ecológico o al menos a donar multimillonarios dólares a alguna ONG con este objetivo.
Por más predicciones de que ese día será una fecha fatídica, yo no creo que la gente cambie. Ahí están los múltiples estudios que confirman el calentamiento global, el derretimiento acelerado de los polos, el desgaste y la contaminación de los recursos naturales, el hambre y la pobreza extrema que sufre gran parte de la población mundial, la extinción de especies naturales… Fuimos advertidos (ésa es una realidad) y hemos hecho casi nada.
Para mí fue un desperdicio de tiempo, dinero y esfuerzo, lo mismo que para muchos que (bajo advertencia) la verán en cine o que luego querrán adquirir en DVD (original o pirata). En cambio, seguramente los productores no piensan lo mismo, puesto que en pocos días han multiplicado abundantemente su inversión.
Como de Astrología y Geofísica sé poco, y por lo tanto podría gozar de poca credibilidad científica, me remitiré mayormente desde la perspectiva cinematográfica, artística, narrativa, comercial… ahí sí tengo mucho qué decir.
Roland Emmerich, director de ésta y otros super fiascos palomeros como Stargate, Independence Day, Godzilla y The day after tomorrow, tiene algo seguro cuando emprende un proyecto: no se necesita más que una premisa simple y un presupuesto abundante para efectos especiales. En honor a la verdad mercadológica, la ecuación es como la Sección Amarilla “le funciona y le funciona muy bien”, y le seguirá funcionando en tanto el espectador sea un agente poco crítico, que no aspire a más que a un rato de entretenimiento, y como de esos hay muchos en el Mundo pues seguramente conservará su racha de éxitos en taquilla.
Hay algo importantísimo que se les pasó a él y a su co-escritor Halard Kloser, ¿cómo es posible que uno desde la butaca sí se haya dado cuenta y estos genios de la pantalla de plata no? Cuando escribieron el argumento de 2012 no incluyeron nada más que unas líneas simplonas entre los diálogos, para hacer referencia el principio básico del Calendario Maya. ¿Dónde quedó la teoría que fundamenta la creencia de que el orbe será destruido?
Esta es una prueba más de que en México no se apoya lo suficiente a la educación y a la ciencia. ¡Qué jodidos estamos los mexicanos! Ni siquiera cuando están analizando los primeros indicadores del caos aparece algún antropólogo del INAH, o al menos algún yucateco nativo que le sepa a los jeroglíficos del códice maya.
De un momento a otro, los continentes y océanos se colapsan, a través de enormes destrucciones ante nuestros ojos las ciudades desaparecen y se transforman en escombros, fuego y muerte. Son tan pedantes en su argumento que hasta osan compararlo con el cataclismo que ocasionó la desaparición de la mítica Atlantis.
Claro, como si fuera poca cosa, se justifica el origen de este Apocalipsis en una serie de explosiones masivas en la superficie solar, éstas provocan una invasión masiva de neutrinos en la Tierra, y a su vez sobrecalientan el núcleo terrestre y provocan inestabilidad en las placas tectónicas.
Según información científica, sí podría ser muy probable dicho acontecimiento, aunque hasta el momento los modelos científicos sólo alcanzan a proyectar que la radiación ocasionará la inhabilitación de la red eléctrica y que podría tardar hasta 4 años en restablecerse. Eso sí ocasionaría un caos global, al punto de regresarnos al Oscurantismo, aunque según los especialistas sería peor en nuestros días, puesto que la gente de antes al menos sabía qué hacer sin luz eléctrica ¿y nosotros? Ahí andamos como leones enjaulados cuando no encontramos el control remoto de la tv, o el celular, o se le acaba la pila a la laptop, ahora imagínate que los del Sindicato Mexicano de Electricistas quisieran boicotear el suministro con apagones permanentes.
En una palabra la película es “increíble”, sí. Nadie se la cree que en un avioncito un aprendiz de vuelo logre escapar de una hecatombe en Los Ángeles. ¿Quién se cree el cuento de que una familia promedio sobreviviría sin los recursos ilimitados de los potentados billonarios?
Para la tranquilidad de muchas consciencias y descansos nocturnos, el Calendario Maya no predice una destrucción del Planeta Azul, mucho menos de la extinción de raza humana, como se supone que pasó con los dinosaurios. Es sólo un cambio de era, como un 31 de diciembre en da fin a un año más. Esa visión demoledora quedó en la Edad de Piedra cuando se le temía a la noche sin saber que habría una mañana al día siguiente. En todo caso deberíamos temerle a la Ley de la Atracción, porque si nos vemos entre ruinas, eso podremos estar atrayendo a nuestro futuro.
Lo mismo digo para el señor director, que si estuviera tan preocupado por la salvación de la humanidad y de la biodiversidad, debería dedicarse a hacer películas con un mensaje ecológico o al menos a donar multimillonarios dólares a alguna ONG con este objetivo.
Por más predicciones de que ese día será una fecha fatídica, yo no creo que la gente cambie. Ahí están los múltiples estudios que confirman el calentamiento global, el derretimiento acelerado de los polos, el desgaste y la contaminación de los recursos naturales, el hambre y la pobreza extrema que sufre gran parte de la población mundial, la extinción de especies naturales… Fuimos advertidos (ésa es una realidad) y hemos hecho casi nada.
12 MONKEYS (12 MONOS)
La fantasía de la destrucción masiva y de la extinción de la raza humana es algo que ha habitado las mentes, corazones y pesadillas del hombre por muchos siglos, y ha atravesado múltiples culturas.
Los presagios aztecas anunciaban que el retorno del dios Quetzalcoátl se produciría al final del reinado de Moctezuma y lo haría bajo la forma de un hombre blanco. Antes de su llegada -afirmaban- ocurrirían una serie de fenómenos naturales y catástrofes.
Las profecías comenzaron a cumplirse a los tres años de la ascensión de Moctezuma al trono. En 1510 sucedieron un eclipse de Sol y la aparición de un cometa. Al poco tiempo Hernán Cortés desembarcó en las costas de México, pero no pasó mucho tiempo para que los indígenas tomaran conciencia de que no era precisamente el dios que aguardaban.
Ahora bien, un poco más reciente, en 1995, este film futurista asombró a los cinéfilos con la tesis de que los humanos serían exterminados por un nuevo agente biológico. Para revertir tal catástrofe, desde el futuro, es enviado un convicto buen observador, quien tiene la encomienda de tratar prevenir que la mayoría de la población mundial muera y los sobrevivientes se refugien por décadas en el subsuelo.
En el papel del torturado James Cole encontramos a Bruce Willis, a quien los sabios envían una y otra vez a obtener información acerca del peligroso virus, pero lo absurdo de su historia futurista provoca que alerta e intranquilidad entre la comunidad psiquiátrica, por lo que es encarcelado, perseguido, e incluso recluido y drogado en un manicomio.
Ahí tiene el placer de encontrar a la psiquiatra Kathryn Railly, es decir a la bella Madeleine Stowe, quien a pesar de sus dudas fundamentadas conserva una pizca de fe y emoción.
También ahí se encuentra al desequilibrado Jeffrey Goines, que a mi parecer es uno de los mejores personajes de Brad Pitt. Este es un alocado hijo de un magnate farmacéutico, que quizás no sea tan tonto y sí un genio sobre-estimulado, fundador del grupo anarquista de los “12 monos”, a quienes se les atribuye dicha destrucción apocalíptica.
12 monkeys, fue dirigida por Terry Gilliam y rescata el argumento inteligente, preciso y creativo del cortometraje La Jetée, del francés Chris Marker, en el que relató a principios de los 60s la historia de un experimento de viaje en el tiempo, llevado a cabo tras una guerra atómica. Luego, en 1993, también sirvió de referencia para Mark Romanek al dirigir el videoclip de la canción Jump, they say, de David Bowie.
Pero hay más en qué reflexionar cuando la película termina. No es sólo un argumento de ficción, es un buen retrato de los temores de nuestro tiempo, porque al final nos cuenta una suposición bastante creíble y veraz. Ahí tenemos las más recientes epidemias de la inmunodeficiencia humana, de las vacas locas, de la gripe aviar y la nueva influenza humana.
Basta con recordar el descrédito que sufrió el Dr. Ignác Fülöp Semmelweis, cuando en el siglo XIX se atrevió a desafiar a la comunidad científica, argumentando que existían “esas cositas” que enferman a la gente. Antes de él, los gérmenes no existían, nadie se los había imaginado. Entonces ¿por qué no creer que en este preciso momento un loco científico pueda estar armando un elaborado complot con bombas biológicas?
Los presagios aztecas anunciaban que el retorno del dios Quetzalcoátl se produciría al final del reinado de Moctezuma y lo haría bajo la forma de un hombre blanco. Antes de su llegada -afirmaban- ocurrirían una serie de fenómenos naturales y catástrofes.
Las profecías comenzaron a cumplirse a los tres años de la ascensión de Moctezuma al trono. En 1510 sucedieron un eclipse de Sol y la aparición de un cometa. Al poco tiempo Hernán Cortés desembarcó en las costas de México, pero no pasó mucho tiempo para que los indígenas tomaran conciencia de que no era precisamente el dios que aguardaban.
Ahora bien, un poco más reciente, en 1995, este film futurista asombró a los cinéfilos con la tesis de que los humanos serían exterminados por un nuevo agente biológico. Para revertir tal catástrofe, desde el futuro, es enviado un convicto buen observador, quien tiene la encomienda de tratar prevenir que la mayoría de la población mundial muera y los sobrevivientes se refugien por décadas en el subsuelo.
En el papel del torturado James Cole encontramos a Bruce Willis, a quien los sabios envían una y otra vez a obtener información acerca del peligroso virus, pero lo absurdo de su historia futurista provoca que alerta e intranquilidad entre la comunidad psiquiátrica, por lo que es encarcelado, perseguido, e incluso recluido y drogado en un manicomio.
Ahí tiene el placer de encontrar a la psiquiatra Kathryn Railly, es decir a la bella Madeleine Stowe, quien a pesar de sus dudas fundamentadas conserva una pizca de fe y emoción.
También ahí se encuentra al desequilibrado Jeffrey Goines, que a mi parecer es uno de los mejores personajes de Brad Pitt. Este es un alocado hijo de un magnate farmacéutico, que quizás no sea tan tonto y sí un genio sobre-estimulado, fundador del grupo anarquista de los “12 monos”, a quienes se les atribuye dicha destrucción apocalíptica.
12 monkeys, fue dirigida por Terry Gilliam y rescata el argumento inteligente, preciso y creativo del cortometraje La Jetée, del francés Chris Marker, en el que relató a principios de los 60s la historia de un experimento de viaje en el tiempo, llevado a cabo tras una guerra atómica. Luego, en 1993, también sirvió de referencia para Mark Romanek al dirigir el videoclip de la canción Jump, they say, de David Bowie.
Pero hay más en qué reflexionar cuando la película termina. No es sólo un argumento de ficción, es un buen retrato de los temores de nuestro tiempo, porque al final nos cuenta una suposición bastante creíble y veraz. Ahí tenemos las más recientes epidemias de la inmunodeficiencia humana, de las vacas locas, de la gripe aviar y la nueva influenza humana.
Basta con recordar el descrédito que sufrió el Dr. Ignác Fülöp Semmelweis, cuando en el siglo XIX se atrevió a desafiar a la comunidad científica, argumentando que existían “esas cositas” que enferman a la gente. Antes de él, los gérmenes no existían, nadie se los había imaginado. Entonces ¿por qué no creer que en este preciso momento un loco científico pueda estar armando un elaborado complot con bombas biológicas?
GOOD BYE LENIN! (ADIÓS A LENIN)
Esta película retrata una de las miles de historias que seguramente sucedieron, a partir de que Alemania, durante casi 3 décadas, estuvo dividida por una franja, construida a lo largo de 115 kilómetros, y que separó a la República Democrática (RDA) de la República Federal (RFA).
Ciertamente es una crítica al sistema comunista y a la manera en que dividió al pueblo alemán, no sólo en con una barrera de hormigón y acero, sino con un sistema que desintegró familias. Para el lado oriental, ésta fue concebida como un “Muro de Protección Antifascista”, mientras que los occidentales la apodaban el “Muro de la vergüenza”.
Con la mirada del alemán Wolfgang Becker, Goog bye Lenin! representa una forma íntima y personal de visualizar los efectos de la Guerra Fría, que va más allá del análisis político y social, para internarse hasta el rincón de una recámara, lugar donde reposa Christiane, una mujer que recién acaba de despertar de un coma, ése que le impidió darse cuenta de que el conflicto entre las Alemanias había terminado. ¿Pero cómo recuperarle el tiempo a alguien que no sabe que estuvo dormido durante años?
Esa es precisamente la misión que tiene Alex, el hijo de la comunista, a quien habrá que encaminarla poco a poco hacia la actualización de los acontecimientos. Nos ofrece una respuesta creativa para sortear cada situación, ya que por sobre todo es una historia bien llevada en ritmo y emoción, acerca del amor inmenso de un hijo por su madre.
En México se hizo una exploración similar, pero más burda y con el típico humor pícaro y sínico. En el 92, El bulto conmocionó las salas nacionales con Lauro, el también recuperado de un coma, pero éste después de un golpe que le propinaron durante las manifestaciones estudiantiles del 2 de octubre del 68. Lo bueno es que podemos decir que fue más innovador Gabriel Retes al respecto, quien realizó esta cinta 11 años antes de la alemana.
Ahora que han pasado 20 años de la caída del muro de Berlín, parecen muy lejanas estas escenas, sin embargo no hay que ir tan adentro de la historia universal, basta con echar una mirada a las Coreas, al menos lo suficiente para darse cuenta de una pizca de lo que viven estos orientales en su propia tierra.
Claro que si aún así no queremos tampoco ir demasiado lejos, demos una vuelta por los suburbios metropolitanos, por los cinturones de miseria, o incluso a través de los muros invisibles que son igual o más esclavizantes, como el abuso del poder masculino sobre la mujer, el desinterés por el cuidado del planeta o el desenfreno de la ambición capitalista de algunos… Y ahí sí, amiguitas y amiguitos, no hay para donde correr.
Ciertamente es una crítica al sistema comunista y a la manera en que dividió al pueblo alemán, no sólo en con una barrera de hormigón y acero, sino con un sistema que desintegró familias. Para el lado oriental, ésta fue concebida como un “Muro de Protección Antifascista”, mientras que los occidentales la apodaban el “Muro de la vergüenza”.
Con la mirada del alemán Wolfgang Becker, Goog bye Lenin! representa una forma íntima y personal de visualizar los efectos de la Guerra Fría, que va más allá del análisis político y social, para internarse hasta el rincón de una recámara, lugar donde reposa Christiane, una mujer que recién acaba de despertar de un coma, ése que le impidió darse cuenta de que el conflicto entre las Alemanias había terminado. ¿Pero cómo recuperarle el tiempo a alguien que no sabe que estuvo dormido durante años?
Esa es precisamente la misión que tiene Alex, el hijo de la comunista, a quien habrá que encaminarla poco a poco hacia la actualización de los acontecimientos. Nos ofrece una respuesta creativa para sortear cada situación, ya que por sobre todo es una historia bien llevada en ritmo y emoción, acerca del amor inmenso de un hijo por su madre.
En México se hizo una exploración similar, pero más burda y con el típico humor pícaro y sínico. En el 92, El bulto conmocionó las salas nacionales con Lauro, el también recuperado de un coma, pero éste después de un golpe que le propinaron durante las manifestaciones estudiantiles del 2 de octubre del 68. Lo bueno es que podemos decir que fue más innovador Gabriel Retes al respecto, quien realizó esta cinta 11 años antes de la alemana.
Ahora que han pasado 20 años de la caída del muro de Berlín, parecen muy lejanas estas escenas, sin embargo no hay que ir tan adentro de la historia universal, basta con echar una mirada a las Coreas, al menos lo suficiente para darse cuenta de una pizca de lo que viven estos orientales en su propia tierra.
Claro que si aún así no queremos tampoco ir demasiado lejos, demos una vuelta por los suburbios metropolitanos, por los cinturones de miseria, o incluso a través de los muros invisibles que son igual o más esclavizantes, como el abuso del poder masculino sobre la mujer, el desinterés por el cuidado del planeta o el desenfreno de la ambición capitalista de algunos… Y ahí sí, amiguitas y amiguitos, no hay para donde correr.
WAS TUN, WENN’S BRENNT? (¿QUÉ HACER EN CASO DE INCENDIO?)
¿Qué hacer en caso de incendio? Pues precisamente esa es la cuestión que plantea la película. No te diré la respuesta, pero sí puedo asegurarte que antes de los créditos finales lo sabrás.
En 1987 un grupo de 6 anarquistas crearon una bomba que nunca explotó… bueno, de hecho, sí explotó… 12 años después, ya cuando los conflictos y el caos ante la caída de “El Muro” habían terminado.
Sin embargo, la detonación no termina sólo en una pila de escombros, sino en la reapertura de uno de los casos más seguidos por las autoridades alemanas, que deben encontrar a los autores materiales de este atentado.
Se emprende así una doble persecución: la que establece la policía para encontrar a los culpables, y la de 2 sobrevivientes de la anarquía, quienes están decididos a reunir al viejo equipo de protesta.
Entre los protagonistas destaca la actuación de Til Schweiger, a quien lo hemos ubicado en Driven, Lara Croft Tomb Raider: The Cradle of Life, King Arthur y más recientemente en Inglourious Basterds, como el Sargento Hugo Stiglitz.
De verdad es una película entretenida y sin mayores pretenciones conceptuales, lleva un corte menos intelectual y más comercial, sin embargo deja un buen sabor con su creatividad narrativa y el argumento, los cuales dejan un poco de lado a la visión tradicional de retratar a la guerra desde el ángulo del régimen militar.
Por ello es que resulta un buen análisis para cualquier sistema social, ya que plantea la posibilidad evolutiva del ser humano, ¿pero a qué precio? Si bien, al final muestra la importancia de transformar a la comunidad, desde adentro, desde la raíz de las estructuras, para que la denuncia y la destrucción dejen de ser el único camino de la manifestación.
Así como lo exponen sus escritores Stefan Dähnert y Anne Wild, yo tampoco estoy de acuerdo con muchas de las decisiones del Gobierno, ni coincido con algunos de los usos y costumbres sociales, pero no por eso estallo bombas ¿verdad?
Yo les recomendaría que vieran Was tun, wenn's breent? a muchas ONGs y partidos políticos, y ante todo a más de un político mexicano. Espero que como la versión original está en alemán, subtítulada, no se hagan los ignorantes y no entiendan nada.
En 1987 un grupo de 6 anarquistas crearon una bomba que nunca explotó… bueno, de hecho, sí explotó… 12 años después, ya cuando los conflictos y el caos ante la caída de “El Muro” habían terminado.
Sin embargo, la detonación no termina sólo en una pila de escombros, sino en la reapertura de uno de los casos más seguidos por las autoridades alemanas, que deben encontrar a los autores materiales de este atentado.
Se emprende así una doble persecución: la que establece la policía para encontrar a los culpables, y la de 2 sobrevivientes de la anarquía, quienes están decididos a reunir al viejo equipo de protesta.
Entre los protagonistas destaca la actuación de Til Schweiger, a quien lo hemos ubicado en Driven, Lara Croft Tomb Raider: The Cradle of Life, King Arthur y más recientemente en Inglourious Basterds, como el Sargento Hugo Stiglitz.
De verdad es una película entretenida y sin mayores pretenciones conceptuales, lleva un corte menos intelectual y más comercial, sin embargo deja un buen sabor con su creatividad narrativa y el argumento, los cuales dejan un poco de lado a la visión tradicional de retratar a la guerra desde el ángulo del régimen militar.
Por ello es que resulta un buen análisis para cualquier sistema social, ya que plantea la posibilidad evolutiva del ser humano, ¿pero a qué precio? Si bien, al final muestra la importancia de transformar a la comunidad, desde adentro, desde la raíz de las estructuras, para que la denuncia y la destrucción dejen de ser el único camino de la manifestación.
Así como lo exponen sus escritores Stefan Dähnert y Anne Wild, yo tampoco estoy de acuerdo con muchas de las decisiones del Gobierno, ni coincido con algunos de los usos y costumbres sociales, pero no por eso estallo bombas ¿verdad?
Yo les recomendaría que vieran Was tun, wenn's breent? a muchas ONGs y partidos políticos, y ante todo a más de un político mexicano. Espero que como la versión original está en alemán, subtítulada, no se hagan los ignorantes y no entiendan nada.
NADA MÁS QUE MANIFESTACIONES
Otra de las ventajas de no vivir en la Ciudad de México es que los provincianos no tenemos que andar sorteando aglomeraciones ocasionadas por organizaciones sindicales, uniones populares, partidos políticos, y demás grupos de protesta, quienes realizan de manera recurrente marchas y manifestaciones en las calles capitalinas.
Sin embargo, pese a la distancia geográfica, creo que esta situación sin duda nos afecta a todos… ¡Carajo! Hasta en la imagen que proyectamos de un México imprudente e irrespetuoso del derecho ajeno, que según nuestro prócer de la Reforma Legislativa Nacional: “es la paz”.
Pero ya hablar de paz, al igual que de tolerancia, respeto o justicia, no deja muchas opciones más que pensar que estas palabras se han convertido en estropajos gastados, que a fuerza de restregar tanto los discursos, ya no limpian ni eliminan nada de la basura.
Cierto es que debe haber algún mecanismo de protesta ante la guerra, la intolerancia, el abuso o la injusticia, pero entendamos que no es más que eso: una manifestación, que si bien nos referimos al significado del vocablo, no nos lleva más allá que a una forma de expresión, y no de acción, no de transformación ni de resolución de conflictos.
¿Cómo no se organizan para otras cosas? ¿Qué caso tiene interrumpir las vías de comunicación? ¿Qué se obtiene al impedir que el desarrollo económico y social continúe? ¿Qué han logrado todos los manifestantes?
Gran alboroto causaron durante meses los pejezombies con su plantón en Reforma… ¿Y qué provocaron? Caída en la productividad comercial de la zona, cierre de negocios y destrucción del patrimonio público, obstaculización de la ciudad, y sobre todo un descontento generalizado y mala reputación.
Ahí estuvo también toda la sociedad civil vestida de blanco, no para celebrar una unión amorosa, sino para protestar en contra de la corrupción y la impunidad, ante la violencia y los delitos… ¿Y? Pues marcó una cicatriz en la historia institucional, si la vemos como una desaprobación de los sistemas de gobierno de sus políticas sociales, y de la forma en la que están funcionando (o disfuncionando), pero ¿qué más?
Lo ideal, sí, debía ser que las manifestaciones fueran tomadas en cuenta, que se atendieran los reclamos y se encontraran soluciones, pero es más complejo que sentar a los dos o más involucrados en una mesa para discutir sus argumentos.
Me parece que en este nivel de apatía social y de falta de voluntad de las organizaciones para llegar a acuerdos, una manifestación es tan absurda como marchar a la guerra. ¿Quién es el enemigo? ¿Cómo confrontarlo y ganarle terreno? ¿Quién tiene la razón?
Es justo que los sindicatos reclamen los abusos que cometen los patrones, pero también los comités directivos deberían escuchar los reclamos que les señalan. Al final de cuentas, es un derecho constitucional.
Sin embargo, los tiempos han cambiado y ya no estamos en la Revolución Industrial del Siglo XVIII, el sindicalismo debería empezar por disponerse a que la justicia que tanto prodigan sea real y equitativa, y luego encontrar alternativas más efectivas para lograr sus objetivos.
Si seguimos a este paso, las manifestaciones seguirán siendo nada más que manifestaciones.
Sin embargo, pese a la distancia geográfica, creo que esta situación sin duda nos afecta a todos… ¡Carajo! Hasta en la imagen que proyectamos de un México imprudente e irrespetuoso del derecho ajeno, que según nuestro prócer de la Reforma Legislativa Nacional: “es la paz”.
Pero ya hablar de paz, al igual que de tolerancia, respeto o justicia, no deja muchas opciones más que pensar que estas palabras se han convertido en estropajos gastados, que a fuerza de restregar tanto los discursos, ya no limpian ni eliminan nada de la basura.
Cierto es que debe haber algún mecanismo de protesta ante la guerra, la intolerancia, el abuso o la injusticia, pero entendamos que no es más que eso: una manifestación, que si bien nos referimos al significado del vocablo, no nos lleva más allá que a una forma de expresión, y no de acción, no de transformación ni de resolución de conflictos.
¿Cómo no se organizan para otras cosas? ¿Qué caso tiene interrumpir las vías de comunicación? ¿Qué se obtiene al impedir que el desarrollo económico y social continúe? ¿Qué han logrado todos los manifestantes?
Gran alboroto causaron durante meses los pejezombies con su plantón en Reforma… ¿Y qué provocaron? Caída en la productividad comercial de la zona, cierre de negocios y destrucción del patrimonio público, obstaculización de la ciudad, y sobre todo un descontento generalizado y mala reputación.
Ahí estuvo también toda la sociedad civil vestida de blanco, no para celebrar una unión amorosa, sino para protestar en contra de la corrupción y la impunidad, ante la violencia y los delitos… ¿Y? Pues marcó una cicatriz en la historia institucional, si la vemos como una desaprobación de los sistemas de gobierno de sus políticas sociales, y de la forma en la que están funcionando (o disfuncionando), pero ¿qué más?
Lo ideal, sí, debía ser que las manifestaciones fueran tomadas en cuenta, que se atendieran los reclamos y se encontraran soluciones, pero es más complejo que sentar a los dos o más involucrados en una mesa para discutir sus argumentos.
Me parece que en este nivel de apatía social y de falta de voluntad de las organizaciones para llegar a acuerdos, una manifestación es tan absurda como marchar a la guerra. ¿Quién es el enemigo? ¿Cómo confrontarlo y ganarle terreno? ¿Quién tiene la razón?
Es justo que los sindicatos reclamen los abusos que cometen los patrones, pero también los comités directivos deberían escuchar los reclamos que les señalan. Al final de cuentas, es un derecho constitucional.
Sin embargo, los tiempos han cambiado y ya no estamos en la Revolución Industrial del Siglo XVIII, el sindicalismo debería empezar por disponerse a que la justicia que tanto prodigan sea real y equitativa, y luego encontrar alternativas más efectivas para lograr sus objetivos.
Si seguimos a este paso, las manifestaciones seguirán siendo nada más que manifestaciones.
WALL•E
Normalmente no declaro mi encanto desbordado por una película, por respeto a la percepción personal de cada espectador, a menos de que sienta la necesidad incontrolable de advertirle acerca de una malísima producción, pero… ¡WALL•E en verdad me cautivó!
En un panorama desolador y catastrófico al que seguramente dirigimos el futuro de nuestro planeta, aparece este candoroso personaje, a quien por méritos propios uno termina amando de corazón, de hecho en más de una ocasión a uno se le olvida que es otro invento robótico de la inteligencia artificial.
WALL•E es el nombre de una máquina animada (en el término más amplio de la palabra) cuya misión es la de compactar la chatarra que los seres humanos dejaron abandonada en la Tierra, después de que la propia contaminación absorbió la mancha urbana, los campos y todo espacio vital en el planeta.
Al parecer este amiguito también fue abandonado pero, por su programación de origen, no tiene otra opción más que día a día llevar a cabo esta rutinaria labor.
Es obvio que no es el único personaje, sin embargo pasan las escenas una tras otra y son tan ricas en creatividad e ingenio que prácticamente siguen los minutos sin palabras y uno cada vez se enamora más del robotito humanoide.
Seguramente a sus escritores les llenó tanto el argumento que Andrew Stanton no sólo quiso elaborar el guión, sino además dirigirlo. Éste ya tiene experiencia acumulada por otras caricaturas, como A bug’s life y Finding Nemo, de hecho hasta realizó la voz (en inglés) del villano Emperador Zurg, en Toy Story, de la cual también es escritor.
Otra de las buenas sorpresas que me llevé (ahora que estuve investigando acerca de esta producción) fue la participación del compositor californiano Thomas Newman, quien tiene a la fecha más de 80 partituras para cine y televisión, entre las que destacan Scent of a woman, Meet Joe Black (música que es como mi favorita entre los sountracks), Erin Brockovich, The green mile y Revolutionary Road.
Con esta película Pixar se ganó el Oscar a la mejor película de animación en el 2008, y sin duda nosotros hemos ganado una emotiva y sensible lección de lo importante debe ser para toda la humanidad el implementar lo más pronto posible acciones ecológicas más efectivas.
En un panorama desolador y catastrófico al que seguramente dirigimos el futuro de nuestro planeta, aparece este candoroso personaje, a quien por méritos propios uno termina amando de corazón, de hecho en más de una ocasión a uno se le olvida que es otro invento robótico de la inteligencia artificial.
WALL•E es el nombre de una máquina animada (en el término más amplio de la palabra) cuya misión es la de compactar la chatarra que los seres humanos dejaron abandonada en la Tierra, después de que la propia contaminación absorbió la mancha urbana, los campos y todo espacio vital en el planeta.
Al parecer este amiguito también fue abandonado pero, por su programación de origen, no tiene otra opción más que día a día llevar a cabo esta rutinaria labor.
Es obvio que no es el único personaje, sin embargo pasan las escenas una tras otra y son tan ricas en creatividad e ingenio que prácticamente siguen los minutos sin palabras y uno cada vez se enamora más del robotito humanoide.
Seguramente a sus escritores les llenó tanto el argumento que Andrew Stanton no sólo quiso elaborar el guión, sino además dirigirlo. Éste ya tiene experiencia acumulada por otras caricaturas, como A bug’s life y Finding Nemo, de hecho hasta realizó la voz (en inglés) del villano Emperador Zurg, en Toy Story, de la cual también es escritor.
Otra de las buenas sorpresas que me llevé (ahora que estuve investigando acerca de esta producción) fue la participación del compositor californiano Thomas Newman, quien tiene a la fecha más de 80 partituras para cine y televisión, entre las que destacan Scent of a woman, Meet Joe Black (música que es como mi favorita entre los sountracks), Erin Brockovich, The green mile y Revolutionary Road.
Con esta película Pixar se ganó el Oscar a la mejor película de animación en el 2008, y sin duda nosotros hemos ganado una emotiva y sensible lección de lo importante debe ser para toda la humanidad el implementar lo más pronto posible acciones ecológicas más efectivas.
CORALINE (LOS MUNDOS DE CORALINE)
Sinceramente yo no recomendaría esta película para niños menores de unos 15 o 18 años, o ya mínimo para los más vivaces inscritos a la escuela primaria. ¿Por qué?
Si tuviera la obligación de describirla en pocas palabras éstas serían (mi respuesta inmediata) obscura y perversa. Pero como afortunadamente puedo decir todas las palabras que yo quiera, hay mucho más que agregaré al respecto.
Yo pensé que sería una historia un tanto basada en alguna pesadilla infantil, incluso hasta tuve la esperanza de que sería muy creativa la idea de que los personajes tuvieran ojos de botón, y al final me equivoqué. Es mucho más siniestra, poco les faltó para que en lugar de sus dedos les implantaran tijeras y cuchillos, pero el ingenio de Tim Burton ya había hecho de Edward Scissorhands un personaje más fascinante.
Coraline es una niña recién llegada a una nueva casa, pero en su nuevo pueblo la nueva vida que le espera no es más que una continuidad del desinterés evidente que tiene de sus padres.
Esta situación podría obvia el hecho de que su imaginación comience a crear cosas, sin embargo creo que es más una proyección de su director Henry Selick, quien quizás no pudo lidiar con sus propios demonios y brujas de otra manera, y esa tendencia macabra se notó desde su participación en Return to Oz.
Es interesante la serie de paralelismos plásticos que se forman en la historia y tal vez ese fue su error, para realizar películas infantiles no hay que hacerlas interesantes, sino divertidas. Y según los comentarios que me han compartido otras haditas, dudo que los niños y niñas hayan salido muy gustosos del cine cuando la vieron.
Lo que sí hay que rescatar sobre todo es la técnica de animación que utilizó el equipo encabezado por Phil Brotherton, para dar vida a los personajes y escenarios. Ahora que todo se puede hacer por computadora y se requiere más del esfuerzo intelectual, la creatividad manual y el control técnico deberían ser más valorados.
Hay que verla un domingo, pero si los niños insisten en acompañarlos, vayan preparando sus argumentos para decirles que Santa Claus no existe y que a los bebés no los trae la cigüeña desde París.
Si tuviera la obligación de describirla en pocas palabras éstas serían (mi respuesta inmediata) obscura y perversa. Pero como afortunadamente puedo decir todas las palabras que yo quiera, hay mucho más que agregaré al respecto.
Yo pensé que sería una historia un tanto basada en alguna pesadilla infantil, incluso hasta tuve la esperanza de que sería muy creativa la idea de que los personajes tuvieran ojos de botón, y al final me equivoqué. Es mucho más siniestra, poco les faltó para que en lugar de sus dedos les implantaran tijeras y cuchillos, pero el ingenio de Tim Burton ya había hecho de Edward Scissorhands un personaje más fascinante.
Coraline es una niña recién llegada a una nueva casa, pero en su nuevo pueblo la nueva vida que le espera no es más que una continuidad del desinterés evidente que tiene de sus padres.
Esta situación podría obvia el hecho de que su imaginación comience a crear cosas, sin embargo creo que es más una proyección de su director Henry Selick, quien quizás no pudo lidiar con sus propios demonios y brujas de otra manera, y esa tendencia macabra se notó desde su participación en Return to Oz.
Es interesante la serie de paralelismos plásticos que se forman en la historia y tal vez ese fue su error, para realizar películas infantiles no hay que hacerlas interesantes, sino divertidas. Y según los comentarios que me han compartido otras haditas, dudo que los niños y niñas hayan salido muy gustosos del cine cuando la vieron.
Lo que sí hay que rescatar sobre todo es la técnica de animación que utilizó el equipo encabezado por Phil Brotherton, para dar vida a los personajes y escenarios. Ahora que todo se puede hacer por computadora y se requiere más del esfuerzo intelectual, la creatividad manual y el control técnico deberían ser más valorados.
Hay que verla un domingo, pero si los niños insisten en acompañarlos, vayan preparando sus argumentos para decirles que Santa Claus no existe y que a los bebés no los trae la cigüeña desde París.
PASTA “AMANECER EN PROVENZA”
Si un día quieres apantallar a tus invitados, con un gusto exquisito y refinado, utilizando un presupuesto económico, te recomiendo esta nueva creación de mi cocina influenciada por algunos recuerdos de Francia.
INGREDIENTES (4 porciones)
500 gr. Pasta de sémola de trigo (forma al gusto)
1 kg. Crema
500 gr. Salchicha de pavo
100 ml. Aceite de oliva
Hierbas provenzales
Sal
MODO DE PREPARACIÓN
Cuece la pasta en abundante agua. Un buen chef reconoce el punto “al dente” cuando la pasta ya no sabe a masa cruda y tiene una consistencia firme (es recomedable no exceder la cocción para que el siguiente paso no deshaga la forma).
El agua debe saber a mar, es decir que hay que incorporarle dos pizcas de sal y calentarla antes de verter en ella la pasta. El tiempo de cocción varía de acuerdo a la densidad de su corte. Yo prefiero para esta receta las formas grandes y sólidas, como las que ofrece el fusilli, fetuccini, rigatoni, penne o el mecí rigatoni.
Para evitar que la pasta se pegue entre sí, hay que menear delicadamente pocas veces, de preferencia a fuego medio para que tampoco se adhiera al fondo. Se puede incorporar un chorrito de aceite. No se recomienda tapar (aunque parezca que se escapa el calor), porque la espuma del agua caliente puede elevarse demasiado, desbordar la olla y puede apagar el fuego.
Una vez que se tenga la pasta cocida, hay que depositarla en un colador para eliminar el exceso de agua. Si lo deseas, puedes además “lavar” un poco la pasta con agua fría para interrumpir su cocción.
En una casuela con superficie antiadherente, calienta (sólo un poco, a fuego medio) el aceite y dora en éste la salchicha, cortada en pequeños trozos previamente. Cuando haya adquirido un color dorado, esparce sobre ella (aún en la casuela) las hierbas provenzales. Una mezcla preparada de éstas se adquiere en los centros comerciales y comercios gourmet.
No hay que dorar demasiado las hiervas, sólo lo suficiente para que el aceite extraiga su sabor natural.
Sobre la salchicha dorada y las hiervas provenzales (aún en la casuela), verte la crema para que eliminar su consistencia sólida y adquiera los sabores. Menea constantemente para no permitir la formación de grumos.
Finalmente coloca la pasta sobre el recipiente en el que desees presentarla y sobre ella rocía la salsa formada por la crema, la salchicha y las hierbas provenzales. No es necesario agregar sal debido a que la salchicha de pavo tiene un sabor ligeramente salado. Puede degustarse caliente o fría. Se acompaña con un pan aromático, como de ajo o especias.
Recibe el nombre de “Amanecer en Provenza” gracias al aroma de lavanda que recibe de las hierbas, además de que su color ligeramente rosado asemeja el sol naciente proyectado en los deslavados muros de ésta provincia del sudeste de Francia.
INGREDIENTES (4 porciones)
500 gr. Pasta de sémola de trigo (forma al gusto)
1 kg. Crema
500 gr. Salchicha de pavo
100 ml. Aceite de oliva
Hierbas provenzales
Sal
MODO DE PREPARACIÓN
Cuece la pasta en abundante agua. Un buen chef reconoce el punto “al dente” cuando la pasta ya no sabe a masa cruda y tiene una consistencia firme (es recomedable no exceder la cocción para que el siguiente paso no deshaga la forma).
El agua debe saber a mar, es decir que hay que incorporarle dos pizcas de sal y calentarla antes de verter en ella la pasta. El tiempo de cocción varía de acuerdo a la densidad de su corte. Yo prefiero para esta receta las formas grandes y sólidas, como las que ofrece el fusilli, fetuccini, rigatoni, penne o el mecí rigatoni.
Para evitar que la pasta se pegue entre sí, hay que menear delicadamente pocas veces, de preferencia a fuego medio para que tampoco se adhiera al fondo. Se puede incorporar un chorrito de aceite. No se recomienda tapar (aunque parezca que se escapa el calor), porque la espuma del agua caliente puede elevarse demasiado, desbordar la olla y puede apagar el fuego.
Una vez que se tenga la pasta cocida, hay que depositarla en un colador para eliminar el exceso de agua. Si lo deseas, puedes además “lavar” un poco la pasta con agua fría para interrumpir su cocción.
En una casuela con superficie antiadherente, calienta (sólo un poco, a fuego medio) el aceite y dora en éste la salchicha, cortada en pequeños trozos previamente. Cuando haya adquirido un color dorado, esparce sobre ella (aún en la casuela) las hierbas provenzales. Una mezcla preparada de éstas se adquiere en los centros comerciales y comercios gourmet.
No hay que dorar demasiado las hiervas, sólo lo suficiente para que el aceite extraiga su sabor natural.
Sobre la salchicha dorada y las hiervas provenzales (aún en la casuela), verte la crema para que eliminar su consistencia sólida y adquiera los sabores. Menea constantemente para no permitir la formación de grumos.
Finalmente coloca la pasta sobre el recipiente en el que desees presentarla y sobre ella rocía la salsa formada por la crema, la salchicha y las hierbas provenzales. No es necesario agregar sal debido a que la salchicha de pavo tiene un sabor ligeramente salado. Puede degustarse caliente o fría. Se acompaña con un pan aromático, como de ajo o especias.
Recibe el nombre de “Amanecer en Provenza” gracias al aroma de lavanda que recibe de las hierbas, además de que su color ligeramente rosado asemeja el sol naciente proyectado en los deslavados muros de ésta provincia del sudeste de Francia.
EL ORFANATO
Si otra cosa se agrega a la lista de lecciones que los gringos deben aprender de los demás, ésa sería definitivamente la forma en la que los españoles hacer cine de terror. Pero igual que les pasa a los legisladores federales, por más pruebas que se les pongan en frente, jamás aceptarán otra verdad más allá de lo que ellos creen que saben bien, y la verdad es que no siempre es así, ni en el cine americano ni en la política mexicana.
Para adentrarse a la escuela española de horror hay que respetar por sobre todo un pentálogo básico (y bastante obvio, creo):
1) Provocarás el estremecimiento repentino (dígase brincar del asiento). Pero no como una reacción provocada por palomitas atoradas en la garganta. El cine no es ni restaurant ni café para charlar, por más que nos invadan con anuncios de super combos en la dulcería del vestíbulo.
2) Evitarás que el espectador esté al borde de la butaca. Ante todo si eso significa “ya me quiero salir”, o por el contrario el fondo del abullonado cuando piense un “me despiertas cuando se acabe”. Y aquí cito al estrado, para por fin enjuiciar por fraude, a películas como Carrie o The haunting.
3) Respetarás la condición de las cosas. Es decir de objetos inanimados, ya que son precisamente eso, objetos sin alma, por lo tanto no pueden tener un espíritu perverso que desee eliminar a la raza humana, así es que bajo ese principio Terminador que ch… cheque su programación informática.
4) No pensarás que los efectos hacen una película. Es posible que la tecnología haya avanzado mucho en materiales de caracterización y en creación digital, pero por más que parezca que la sangre salpica la pantalla, sin un guión inteligente la película no es más que un puesto de tacos de moronga en la vía pública.
5) Evitarás las copias. ¿Acaso el cinéfilo no está ya suficientemente harto de vampiros, zombies y licántropos?
En este panorama que pudiera dejar poco margen para el cine de terror, las mentes creativas lo aprovechan en su beneficio. Fue ahí donde apareció El Orfanato, una cinta del catalán Juan Antonio Bayona, con ella se estrenó como director de largometrajes, buen acierto para él y para su escritor Sergio G. Sánchez.
Tan buena fue su ejecución que no recuerdo que otra película me haya provocado tanto miedo, como para refugiarme en el brazo de mi acompañante. Templé, mordí, quise huir, aún más… ¡Es tan buena la película que me da mucho temor volver a verla! ¿Hay que verla? Sí, inmediatamente en cuanto puedas réntala o cómprala, sólo que debo advertir que no querrás volver a jugar a ”Las escondidas”.
Para adentrarse a la escuela española de horror hay que respetar por sobre todo un pentálogo básico (y bastante obvio, creo):
1) Provocarás el estremecimiento repentino (dígase brincar del asiento). Pero no como una reacción provocada por palomitas atoradas en la garganta. El cine no es ni restaurant ni café para charlar, por más que nos invadan con anuncios de super combos en la dulcería del vestíbulo.
2) Evitarás que el espectador esté al borde de la butaca. Ante todo si eso significa “ya me quiero salir”, o por el contrario el fondo del abullonado cuando piense un “me despiertas cuando se acabe”. Y aquí cito al estrado, para por fin enjuiciar por fraude, a películas como Carrie o The haunting.
3) Respetarás la condición de las cosas. Es decir de objetos inanimados, ya que son precisamente eso, objetos sin alma, por lo tanto no pueden tener un espíritu perverso que desee eliminar a la raza humana, así es que bajo ese principio Terminador que ch… cheque su programación informática.
4) No pensarás que los efectos hacen una película. Es posible que la tecnología haya avanzado mucho en materiales de caracterización y en creación digital, pero por más que parezca que la sangre salpica la pantalla, sin un guión inteligente la película no es más que un puesto de tacos de moronga en la vía pública.
5) Evitarás las copias. ¿Acaso el cinéfilo no está ya suficientemente harto de vampiros, zombies y licántropos?
En este panorama que pudiera dejar poco margen para el cine de terror, las mentes creativas lo aprovechan en su beneficio. Fue ahí donde apareció El Orfanato, una cinta del catalán Juan Antonio Bayona, con ella se estrenó como director de largometrajes, buen acierto para él y para su escritor Sergio G. Sánchez.
Tan buena fue su ejecución que no recuerdo que otra película me haya provocado tanto miedo, como para refugiarme en el brazo de mi acompañante. Templé, mordí, quise huir, aún más… ¡Es tan buena la película que me da mucho temor volver a verla! ¿Hay que verla? Sí, inmediatamente en cuanto puedas réntala o cómprala, sólo que debo advertir que no querrás volver a jugar a ”Las escondidas”.
NOS MIRAN
Lejos de hacer que ésta sea otra película voyeurista, Norberto López Amado de dedicó a dirigir una historia enfocada hacia los efectos de las herramientas del suspenso, de hecho en el sentido estricto es completamente opuesto al exhibicionismo.
Este film cumple su promesa desde el título. No se trata de qué tipo de entidad paranormal veremos, sino aquello que precisamente no somos capaces de ver, y que parece estar ahí, que convive con nosotros y sólo un buen observador es capaz de detectar.
En lugar de gastar los recursos en efectos especiales que ya no impresionan a nadie, el terror psicológico debía ser una estrategia más recurrente, simplemente porque las tripas ya no dan asco o los sonidos guturales parecen más una muestra de mal aliento que de un regreso de ultratumba.
The Blair Witch project asumió este reto y le fue muy exitoso, eso combinado con una bien orientada campaña publicitaria en internet. ¿A poco no te la creíste que de verdad los tres excursionistas habías desaparecido en un bosque embrujado?
Ambas pudieran parecer dos producciones mal logradas, con bajo presupuesto y una historia poco creíble, sin embargo de cada una de ellas se puede rescatar mucho más aprendizaje que las mediocridades sangrientas de otras películas como Chucky, Saw o The Texas chainsaw massacre.
La Bruja de Blair detectó el punto más frágil del más grande miedo que tiene el ser humano, ése que vive en su mente, ése que se imagina en cada rincón oscuro y que aguarda cualquier descuido para chupársela (me refiero al alma). Si bien lo recuerdas, nunca se ve la bruja como una mujer greñuda y malacarienta, cada espectador se imaginó a la bruja de sus temores.
Por su parte Nos miran aspira a un objetivo más ambicioso y creativo: que la película trascienda más allá de la sala cinematográfica. Quizás su factura un tanto lenta y un poco obvia, la hace una cinta que no mantiene al borde del asiento, pero lo importante no es eso, sino la idea de “los desaparecidos” que se quedará en su mente y le acompañará a donde quiera que éste vaya.
Este film cumple su promesa desde el título. No se trata de qué tipo de entidad paranormal veremos, sino aquello que precisamente no somos capaces de ver, y que parece estar ahí, que convive con nosotros y sólo un buen observador es capaz de detectar.
En lugar de gastar los recursos en efectos especiales que ya no impresionan a nadie, el terror psicológico debía ser una estrategia más recurrente, simplemente porque las tripas ya no dan asco o los sonidos guturales parecen más una muestra de mal aliento que de un regreso de ultratumba.
The Blair Witch project asumió este reto y le fue muy exitoso, eso combinado con una bien orientada campaña publicitaria en internet. ¿A poco no te la creíste que de verdad los tres excursionistas habías desaparecido en un bosque embrujado?
Ambas pudieran parecer dos producciones mal logradas, con bajo presupuesto y una historia poco creíble, sin embargo de cada una de ellas se puede rescatar mucho más aprendizaje que las mediocridades sangrientas de otras películas como Chucky, Saw o The Texas chainsaw massacre.
La Bruja de Blair detectó el punto más frágil del más grande miedo que tiene el ser humano, ése que vive en su mente, ése que se imagina en cada rincón oscuro y que aguarda cualquier descuido para chupársela (me refiero al alma). Si bien lo recuerdas, nunca se ve la bruja como una mujer greñuda y malacarienta, cada espectador se imaginó a la bruja de sus temores.
Por su parte Nos miran aspira a un objetivo más ambicioso y creativo: que la película trascienda más allá de la sala cinematográfica. Quizás su factura un tanto lenta y un poco obvia, la hace una cinta que no mantiene al borde del asiento, pero lo importante no es eso, sino la idea de “los desaparecidos” que se quedará en su mente y le acompañará a donde quiera que éste vaya.
LA MÔME (PIAF, LA VIE EN ROSE)
Desde que la película comienza, en la primerísima escena, uno se da cuenta del por qué en 2008 el Oscar fue indudablemente para Marion Cotillard, como Mejor Actriz en un Rol Protagónico. Ella encarna (en el sentido casi literal de la palabra) a su connacional y reconocida cantante Edith Piaf, tema esencial de esta producción biográfica.
Para otras actrices pudiera ser suficiente hacer un papel basado en un cambio de cabellera y de maquillaje, combinado con un vestido de época, pero no para Cotillard. Su transfiguración es evidente desde el mínimo seño, a través del manoteo, en todo paso que avanza y cada vez que se queda en pié… ¡Eso es disciplina histriónica, no pantomimas! Ya quisieran muchas cantantes hacer un playback tan preciso y emotivo como el que ella hace al interpretar las canciones, casi se siente el gorgoreo de su voz.
De hecho, La môme transcribe del francés “la chica”, pero a los atolondrados traductores se les ocurrió que sería mejor llamarla en inglés “La vie en rose”, por la obvia e inmediata referencia a una de sus canciones más famosas, mientras que en español simplemente lleva el nombre de “Piaf”. ¿Qué parte no entienden de que hay una justificación elemental en el título original?
Fuera de eso, toda es una obra melódica: la voz remasterizada de la diva parisina, la partitura musical del británico Christopher Gunning, las imágenes del japonés Tsetsuo Negata, y por supuesto la extraordinaria transformación de la francesa Marion.
Desde la butaca parece muy natural la forma en la que el director nos ubica a las calles y los burdeles del Mont Matre de la primera mitad del siglo XX, y luego, con la consecuente fama trasatlántica de Edith, nos transporta a la frívola farándula holiwoodense. Pero más que natural, se nota su dominio del lenguaje cinematográfico y eso es lo que le ha valido que su visión de esta portentosa cantante haya causado tal furor a nivel mundial.
El mismo Olivier Dahan declaró en el soundtrack:
“¡No pudo haber sido de otra manera!
¡Una película de Piaf con Piaf!
Su interpretación en cada escena, deja la impresión de su voz en todos los matices de la película. Sin figuras, sin fantasmas, sin pretensiones, sólo su voz, su espíritu.”
Para otras actrices pudiera ser suficiente hacer un papel basado en un cambio de cabellera y de maquillaje, combinado con un vestido de época, pero no para Cotillard. Su transfiguración es evidente desde el mínimo seño, a través del manoteo, en todo paso que avanza y cada vez que se queda en pié… ¡Eso es disciplina histriónica, no pantomimas! Ya quisieran muchas cantantes hacer un playback tan preciso y emotivo como el que ella hace al interpretar las canciones, casi se siente el gorgoreo de su voz.
De hecho, La môme transcribe del francés “la chica”, pero a los atolondrados traductores se les ocurrió que sería mejor llamarla en inglés “La vie en rose”, por la obvia e inmediata referencia a una de sus canciones más famosas, mientras que en español simplemente lleva el nombre de “Piaf”. ¿Qué parte no entienden de que hay una justificación elemental en el título original?
Fuera de eso, toda es una obra melódica: la voz remasterizada de la diva parisina, la partitura musical del británico Christopher Gunning, las imágenes del japonés Tsetsuo Negata, y por supuesto la extraordinaria transformación de la francesa Marion.
Desde la butaca parece muy natural la forma en la que el director nos ubica a las calles y los burdeles del Mont Matre de la primera mitad del siglo XX, y luego, con la consecuente fama trasatlántica de Edith, nos transporta a la frívola farándula holiwoodense. Pero más que natural, se nota su dominio del lenguaje cinematográfico y eso es lo que le ha valido que su visión de esta portentosa cantante haya causado tal furor a nivel mundial.
El mismo Olivier Dahan declaró en el soundtrack:
“¡No pudo haber sido de otra manera!
¡Una película de Piaf con Piaf!
Su interpretación en cada escena, deja la impresión de su voz en todos los matices de la película. Sin figuras, sin fantasmas, sin pretensiones, sólo su voz, su espíritu.”
LE FABULEUX DESTIN D’AMÉLIE POULAIN (AMÉLIE)
Para hacer una película que trasmita ingenuidad y vivacidad, se requiere más que las estupideces que provocan risas baratas (no por el costo de producción, sino por la poca inversión de creatividad) en las producciones como Night at the Museum, Look who’s talking (y todas sus secuelas) o Home alone.
Afortunadamente Le fabuleux destin d’Amélie Poulain logra eso y mucho, mucho más. Decía la frase publicitaria que “Ella cambiará tu vida”, y hasta ahora no conozco a nadie que la haya visto y piense lo contrario. Se volvió un punto de referencia obligado en el panorama cinematográfico contemporáneo.
¿En cuántas películas uno espera impaciente el momento en que terminará? Pues con Amélie te pasará lo contrario, te quedarás con una sensación tan agradable que querrás que dure más o que de ésta sí se hiciera toda una zaga. ¿Te imaginas? Amélie y los sobrevivientes de la Tour Eiffel, o Amélie en l’Opéra de Garnier, o Amélie y las reliquias de Notre Dame.
No hay ningún elemento fuera de lugar, ni la cabina fotográfica, ni el café bistro, ni siquiera la figura del gnomo, porque el director, Jean-Pierre Jeunet, sabía con precisión qué era lo que quería y por añadidura su obra resulta impecable.
No es una historia tradicional, incluso pudiera parecer a simple vista un tanto común y ordinaria, pero su simpleza emocional conlleva una exigencia en el espectador (dije que sería una película sencilla, no gratuita): Antes de ponerla en el reproductor de DVD hay que dejar de lado el estereotipo elaborado e intelectual de la narrativa francesa. Vale la pena ampliar los horizontes del imaginario, ver otra textura fotográfica y disfrutar de cada acorde de la música un poco menos circense.
A la francesa Audrey Tautou le calló tan bien el papel y ella hizo una interpretación tan real y verídica que no me imagino a otra haciéndolo. Casi puedo asegurar que con este papel su carrera se catapultó hacia su internacionalización. Su carita linda y sus ojos expresivos de candor ayudaron en mucho a la caracterización de la ingenua e ingeniosa Amélie Poulant.
Afortunadamente Le fabuleux destin d’Amélie Poulain logra eso y mucho, mucho más. Decía la frase publicitaria que “Ella cambiará tu vida”, y hasta ahora no conozco a nadie que la haya visto y piense lo contrario. Se volvió un punto de referencia obligado en el panorama cinematográfico contemporáneo.
¿En cuántas películas uno espera impaciente el momento en que terminará? Pues con Amélie te pasará lo contrario, te quedarás con una sensación tan agradable que querrás que dure más o que de ésta sí se hiciera toda una zaga. ¿Te imaginas? Amélie y los sobrevivientes de la Tour Eiffel, o Amélie en l’Opéra de Garnier, o Amélie y las reliquias de Notre Dame.
No hay ningún elemento fuera de lugar, ni la cabina fotográfica, ni el café bistro, ni siquiera la figura del gnomo, porque el director, Jean-Pierre Jeunet, sabía con precisión qué era lo que quería y por añadidura su obra resulta impecable.
No es una historia tradicional, incluso pudiera parecer a simple vista un tanto común y ordinaria, pero su simpleza emocional conlleva una exigencia en el espectador (dije que sería una película sencilla, no gratuita): Antes de ponerla en el reproductor de DVD hay que dejar de lado el estereotipo elaborado e intelectual de la narrativa francesa. Vale la pena ampliar los horizontes del imaginario, ver otra textura fotográfica y disfrutar de cada acorde de la música un poco menos circense.
A la francesa Audrey Tautou le calló tan bien el papel y ella hizo una interpretación tan real y verídica que no me imagino a otra haciéndolo. Casi puedo asegurar que con este papel su carrera se catapultó hacia su internacionalización. Su carita linda y sus ojos expresivos de candor ayudaron en mucho a la caracterización de la ingenua e ingeniosa Amélie Poulant.
ANOCHE METÍ LA CABEZA AL ESCUSADO
Anoche, agotado por la tremenda agenda de actividades que tuve que trabajar, me dispuse a relajarme un poco viendo la televisión. Generalmente los miércoles espero 3er Grado, “un debate con los periodistas que a diario nos dan las noticias”, pero en tanto empezaba esa transmisión, brinqué de un canal a otro rastreando algo entretenido.
Y la verdad es que sí encontré algo que me entretuvo, la nueva versión de Corazón salvaje. ¡Nunca lo hubiera hecho!
Esta historia de Caridad Bravo Adams se ha llevado a la pantalla chica desde 1956. El desfile comenzó con Martha Roth, Christiane Martel, Carlos Navarro y Rafael Bertrand, luego (1966) vinieron Julissa, Enrique Lizalde, Jacqueline Andere y Enrique Álvarez Félix, seguidos (1968) por Julio Alemán y Angélica María, ésta rehizo su papel (1977) cuando fue acompañada por Fernando Allende, Susana Dosamantes y Martín Cortés, con lo que casi al final (1993) Edith González, Ana Colchero, Ariel López Padilla y Eduardo Palomo dejaron una huella en el imaginario colectivo durante los 90s.
Pues bien, en esta época de crisis económica, aunada a la crisis de valores y la crisis de identidad, la crisis creativa no se ha hecho esperar. Con la consigna de optimizar los recursos lo más posible, parece que era más barato sacar del archivero la tragicomedia de un hijo bastardo de mediados del siglo XIX. Al final de cuentas “es tan buena” que la gente quería volver a verla (jah!).
Y ahí viene un nuevo elenco (2009), protagonizado por la empalagosa Araceli Arámbula y el embalsamado Eduardo Yáñez, pero claro ¿quién puede decir algo? si la Sociedad Actoral y Actricial Defeña se entrega premios para sí misma, como mejores protagónicos populistas, mejores productores de cultura chatarra, mejores vestuarios reciclados… y luego en sus mismas revistas, lo anuncian como si se tratase del mayor logro de la evolución cultural mexicana.
El caso es que con lo poco que vi bastó. El nuevo proyecto de Salvador Mejía parece acartonado y con grandes limitaciones, como si lo hubieran sentenciado “Haz lo que puedas con lo que hay y no pidas más”, y eso lo justifica un tanto porque es una telenovela. El diseño de arte se sigue viendo como cuento de Cachirulo (pero bueno, lo justifica que es una telenovela), el ritmo de la edición y la consecución de escenas van tan rápido que no provocan ninguna emoción (pero bueno, lo justifica que es una telenovela). Tienen a tantos actores y actrices a quienes hay que darles de comer que se crearon muchos personajes, aunque su única línea sea un alarido “¡Nooo!” (pero bueno, lo justifica que es una telenovela). Total que en justificaciones nos la seguiríamos.
Hoy me siento como si en verdad hubiese metido la cabeza al escusado… no uno de lujo y privado, sino uno portátil como los que ponen en las ferias, de esos baños públicos que de tanto uso terminan por ser malolientes y recargados de desechos. Me siento como intoxicado, eso me pasa por morboso. Juro que no lo vuelvo a hacer, a pesar de que son más que yo los que esperan las 9 de la noche para aplastarse a ver qué más pasa y seguirle dando vueltas a remolino atascado.
Y la verdad es que sí encontré algo que me entretuvo, la nueva versión de Corazón salvaje. ¡Nunca lo hubiera hecho!
Esta historia de Caridad Bravo Adams se ha llevado a la pantalla chica desde 1956. El desfile comenzó con Martha Roth, Christiane Martel, Carlos Navarro y Rafael Bertrand, luego (1966) vinieron Julissa, Enrique Lizalde, Jacqueline Andere y Enrique Álvarez Félix, seguidos (1968) por Julio Alemán y Angélica María, ésta rehizo su papel (1977) cuando fue acompañada por Fernando Allende, Susana Dosamantes y Martín Cortés, con lo que casi al final (1993) Edith González, Ana Colchero, Ariel López Padilla y Eduardo Palomo dejaron una huella en el imaginario colectivo durante los 90s.
Pues bien, en esta época de crisis económica, aunada a la crisis de valores y la crisis de identidad, la crisis creativa no se ha hecho esperar. Con la consigna de optimizar los recursos lo más posible, parece que era más barato sacar del archivero la tragicomedia de un hijo bastardo de mediados del siglo XIX. Al final de cuentas “es tan buena” que la gente quería volver a verla (jah!).
Y ahí viene un nuevo elenco (2009), protagonizado por la empalagosa Araceli Arámbula y el embalsamado Eduardo Yáñez, pero claro ¿quién puede decir algo? si la Sociedad Actoral y Actricial Defeña se entrega premios para sí misma, como mejores protagónicos populistas, mejores productores de cultura chatarra, mejores vestuarios reciclados… y luego en sus mismas revistas, lo anuncian como si se tratase del mayor logro de la evolución cultural mexicana.
El caso es que con lo poco que vi bastó. El nuevo proyecto de Salvador Mejía parece acartonado y con grandes limitaciones, como si lo hubieran sentenciado “Haz lo que puedas con lo que hay y no pidas más”, y eso lo justifica un tanto porque es una telenovela. El diseño de arte se sigue viendo como cuento de Cachirulo (pero bueno, lo justifica que es una telenovela), el ritmo de la edición y la consecución de escenas van tan rápido que no provocan ninguna emoción (pero bueno, lo justifica que es una telenovela). Tienen a tantos actores y actrices a quienes hay que darles de comer que se crearon muchos personajes, aunque su única línea sea un alarido “¡Nooo!” (pero bueno, lo justifica que es una telenovela). Total que en justificaciones nos la seguiríamos.
Hoy me siento como si en verdad hubiese metido la cabeza al escusado… no uno de lujo y privado, sino uno portátil como los que ponen en las ferias, de esos baños públicos que de tanto uso terminan por ser malolientes y recargados de desechos. Me siento como intoxicado, eso me pasa por morboso. Juro que no lo vuelvo a hacer, a pesar de que son más que yo los que esperan las 9 de la noche para aplastarse a ver qué más pasa y seguirle dando vueltas a remolino atascado.
EL ESTUDIANTE
¿Cuántos temas en el cine han sido restregados hasta el punto de la pedantería En primerísimo posición, segurito que está el amor, y luego el que sigue en la fila es la brecha generacional, y todos los derivados que de ello surjan la irreverente ingenuidad de los novatos y la invaluable experiencia de los ancianos, el espíritu aventurero y arriesgado de los primeros, que normalmente se enfrentan a la reserva y la cautela de los últimos.
Si a ello le agregamos un ingrediente trilladísimo, como lo es el teatro (en sí como elemento dramático en el libreto), pues no se requiere demasiada inteligencia para predecir que cualquier película con esta ecuación se apuntalaría hacia el aburrimiento y el fastidio.
Pero que no se me malentienda, el cine y la literatura han hecho una mancuerna inseparable y maravillosa. De hecho, las primeras películas retomaron las bases dramáticas de la tradición teatral. La insipiente producción no concebía más que montar una cámara frente a un escenario y ahí los personajes habrían de llevar a cabo la representación. Aunque eso no limitó a los revolucionarios ¿verdad
Es evidente que las primeras vistas no tuvieron una técnica muy elaborada de postproducción, pero los directores bien supieron que si no había guión, no habría película. Lamentablemente eso aún no les queda muy claro a algunos de los recién incorporados en la dirección cinematográfica, como fue el caso de Roberto Girault.
Según lo declaró emocionadísima un cinéfila, en un sitio web especializado en espectáculos, el día que acudió al cine para ver El Estudiante conoció al director, y éste mismo le anunció “tiene un poco de todo y te va a encantar”… Pos si no es mole poblano. ¿Por qué un poco de todo y no un mucho de algo
Sin embargo, en honor a la justa responsabilidad, ése no puede ser sólo un cuestionamiento para el director, sino también para su coguionista Gastón Pavlovich, quien retacó el argumento con lugares comunes el orgulloso viejito con espíritu jovial, el matrimonio embelezado por el amor inquebrantable hasta la muerte, la tradición pudorosa y romántica perdida en el ligue sobreentendido (y mal interpretado).
Según esta cinta, la juventud de hoy es irresponsable a causa de su incompetente previsión de daños y beneficios, en tanto que los jóvenes de ayer, ahora ancianos, se han convertido en sabios.
Pues si esa era la esencia que querían trasmitir de Chano ¿Por qué lo presentan como si las últimas décadas las hubiera pasado en un glaciar Su edad y su comportamiento son inconsistentes a nivel anecdótico, en repetidas veces vemos a un anciano que, mientras envejeció, perdió contacto con los demás habitantes de la ciudad de Guanajuato y no comprende ni frases ni modos ni artefactos. Bueno, al menos si hubiera sido bajado del cerro a tamborazos se la hubiera creído más.
Eso sí. El diablo supo más por viejo que por diablo, y Jorge Lavat se lleva los aplausos de la cinta, no esperaba menos de él siendo un encurtido actor, conocedor hasta el último punto gramatical de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Sobre él calló gran parte del peso de la historia y aún así salió victorioso estoicamente.
A las actuaciones de todos los demás universitarios (incluidos los extras) les faltó intensidad, es decir intensión, no euforia. La fotografía pasa desapercibida, nada extraordinario, se limita a contar la historia en una narración casi periodística, que no termina por ser aburrida, no, tal vez no sea una comedia jocosa e hilarante, pero sí es un drama bastante entretenido y simple.
Quiero rescatar la honorabilidad con la que se sobreestima a la educación superior, tanta es la emoción de un primer día de clases que casi parece un infante que aguarda el espectáculo con el que ha soñado siempre. Se le ilumina el rostro y se alista la mente. Más de un funcionario público y director escolar debería rescatar esa observación.
Pudiera advertir ahora que nadie vaya a verla, pero ¡no! A pesar de todo eso, sí vale la pena dedicarse un tiempo para apreciarla. El día que yo fui, no me encontré al director para conocer más profundamente sus justificaciones, lo que sí sucedió fue que la sala estaba totalmente llena, de jóvenes y de adultos, y eso fue tan emocionante como la película misma. Durante la proyección no se salió nadie, ni al baño, y al final casi todos comentaron el deleite de haberla visto.
¿Qué pasó entonces ¿Por qué hay tantos buenos comentarios de ella Sencilla respuesta. Porque la gente que gusta del cine disfruta emocionarse, sentirse parte de una historia, verse reflejado en sus personajes y, sobre todo quiere conservar la esperanza de que la situación allá afuera no está tan mal, quiere recobrar su anhelo de que vivir es un tesoro y quiere afrontar la lucha contra los gigantes, aunque éstos no sean más que molinos de viento.
Si a ello le agregamos un ingrediente trilladísimo, como lo es el teatro (en sí como elemento dramático en el libreto), pues no se requiere demasiada inteligencia para predecir que cualquier película con esta ecuación se apuntalaría hacia el aburrimiento y el fastidio.
Pero que no se me malentienda, el cine y la literatura han hecho una mancuerna inseparable y maravillosa. De hecho, las primeras películas retomaron las bases dramáticas de la tradición teatral. La insipiente producción no concebía más que montar una cámara frente a un escenario y ahí los personajes habrían de llevar a cabo la representación. Aunque eso no limitó a los revolucionarios ¿verdad
Es evidente que las primeras vistas no tuvieron una técnica muy elaborada de postproducción, pero los directores bien supieron que si no había guión, no habría película. Lamentablemente eso aún no les queda muy claro a algunos de los recién incorporados en la dirección cinematográfica, como fue el caso de Roberto Girault.
Según lo declaró emocionadísima un cinéfila, en un sitio web especializado en espectáculos, el día que acudió al cine para ver El Estudiante conoció al director, y éste mismo le anunció “tiene un poco de todo y te va a encantar”… Pos si no es mole poblano. ¿Por qué un poco de todo y no un mucho de algo
Sin embargo, en honor a la justa responsabilidad, ése no puede ser sólo un cuestionamiento para el director, sino también para su coguionista Gastón Pavlovich, quien retacó el argumento con lugares comunes el orgulloso viejito con espíritu jovial, el matrimonio embelezado por el amor inquebrantable hasta la muerte, la tradición pudorosa y romántica perdida en el ligue sobreentendido (y mal interpretado).
Según esta cinta, la juventud de hoy es irresponsable a causa de su incompetente previsión de daños y beneficios, en tanto que los jóvenes de ayer, ahora ancianos, se han convertido en sabios.
Pues si esa era la esencia que querían trasmitir de Chano ¿Por qué lo presentan como si las últimas décadas las hubiera pasado en un glaciar Su edad y su comportamiento son inconsistentes a nivel anecdótico, en repetidas veces vemos a un anciano que, mientras envejeció, perdió contacto con los demás habitantes de la ciudad de Guanajuato y no comprende ni frases ni modos ni artefactos. Bueno, al menos si hubiera sido bajado del cerro a tamborazos se la hubiera creído más.
Eso sí. El diablo supo más por viejo que por diablo, y Jorge Lavat se lleva los aplausos de la cinta, no esperaba menos de él siendo un encurtido actor, conocedor hasta el último punto gramatical de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Sobre él calló gran parte del peso de la historia y aún así salió victorioso estoicamente.
A las actuaciones de todos los demás universitarios (incluidos los extras) les faltó intensidad, es decir intensión, no euforia. La fotografía pasa desapercibida, nada extraordinario, se limita a contar la historia en una narración casi periodística, que no termina por ser aburrida, no, tal vez no sea una comedia jocosa e hilarante, pero sí es un drama bastante entretenido y simple.
Quiero rescatar la honorabilidad con la que se sobreestima a la educación superior, tanta es la emoción de un primer día de clases que casi parece un infante que aguarda el espectáculo con el que ha soñado siempre. Se le ilumina el rostro y se alista la mente. Más de un funcionario público y director escolar debería rescatar esa observación.
Pudiera advertir ahora que nadie vaya a verla, pero ¡no! A pesar de todo eso, sí vale la pena dedicarse un tiempo para apreciarla. El día que yo fui, no me encontré al director para conocer más profundamente sus justificaciones, lo que sí sucedió fue que la sala estaba totalmente llena, de jóvenes y de adultos, y eso fue tan emocionante como la película misma. Durante la proyección no se salió nadie, ni al baño, y al final casi todos comentaron el deleite de haberla visto.
¿Qué pasó entonces ¿Por qué hay tantos buenos comentarios de ella Sencilla respuesta. Porque la gente que gusta del cine disfruta emocionarse, sentirse parte de una historia, verse reflejado en sus personajes y, sobre todo quiere conservar la esperanza de que la situación allá afuera no está tan mal, quiere recobrar su anhelo de que vivir es un tesoro y quiere afrontar la lucha contra los gigantes, aunque éstos no sean más que molinos de viento.
JENNIFER’S BODY (DIABÓLICA TENTACIÓN)
Cada acción que hacemos, invariablemente cada una de ellas, está impregnada por nuestros pensamientos, y en el mejor de los casos, el mero acto puede ser traducido en una oportunidad de liberación de traumas y pesadillas, incluso de reavivar anhelos y deseos. Somos el producto de lo que pensamos, eso es segurísimo.
Y por más que lo quiera negar Karyn Kusama, terminó proyectándose a lo bestia. En su 4º largometraje sigue su persistencia por mostrar a la mujer como un pedazo de carne, autora de los deseos más lujuriosos y motivadora de las acciones más pervertidas.
¡Qué triste por ella! Porque mientras esta neoyorkina quiere que las mujeres bellas se rebajen al ras de mujerzuelas y que las mujeres inteligentes sean retratadas como víctimas, al resto de las mujeres comunes eso les da risa… claro, por dentro están muertas de la envidia al ver cómo sus parejas se la pasan viendo la pantalla como perros de carnicería (con la vista en filete y lamiéndose los huevos).
Jennifer’s body no debía tener otro título en español más que ése precisamente, si se hubiese titulado “El cuerpo de Jessica” al menos la película hubiese tenido algo bien justificado. Pero a los mercadólogos siempre les encanta ponerles estos nombres quesque muy apantallantes, aunque luego se quejen los miembros entrantes y salientes de la “Sociedad Oculta para el Respeto a la Moral Santificada”, que a través de las clasificaciones cinematográficas pretenden que juventud sana no se pierda en el pantano de la pornografía. ¡Bah! Primero debían preocuparse por que a las salas mexicanas no llegara toda esa basura pseudocómica y ultraestúpida que seca cerebros.
También decepcionante fue la guionista Diablo Cody, a quien aplaudiremos siempre por haberse alejado de los tables para escribir la desprejuiciada historia de Juno, pero con esta muestra de harta vulgaridad nos deja deseando mucho más que mucha ropa (de preferencia tirada en el suelo). Tal fue su falta de ingenio que a cada rato aparecen referencias de otros personajes, de otras películas, de otras canciones, de otras muletillas exitosas sobre las cuales intenta sostenerse.
Otra cosa que no podemos negar es que, a la fecha, no se ha recibido ninguna objeción por parte del público masculino, al que, con tal de ver a la veinteañera Megan Fox en paños megamenores, no le ha importado sentarse más de 1 hora y media para apreciarla, como si estuviera hipnotizado por el movimiento continuo de la ropa en la lavandería.
Entonces pues ¿para qué se la complican los que hacen filmes con mensaje y con una propuesta innovadora? La receta para hacer una película que recaude muchos dólares en taquilla sólo necesita:
1 directora traumada que venza a los machos y haga poderosa a la mujer,
1 exbailarina exótica que escriba acerca de sus sueños más vengativos,
1 historia de terror, no sólo de demonios, sino además de lo terrorífico que es el sobrevivir a la adolescencia,
1 montón de presupuesto, derrochado en efectos visuales, para disfrazar la falta de argumento,
1 mujer más divina y menos humana que sirva de anzuelo,
Y mucha, mucha publicidad.
Y por más que lo quiera negar Karyn Kusama, terminó proyectándose a lo bestia. En su 4º largometraje sigue su persistencia por mostrar a la mujer como un pedazo de carne, autora de los deseos más lujuriosos y motivadora de las acciones más pervertidas.
¡Qué triste por ella! Porque mientras esta neoyorkina quiere que las mujeres bellas se rebajen al ras de mujerzuelas y que las mujeres inteligentes sean retratadas como víctimas, al resto de las mujeres comunes eso les da risa… claro, por dentro están muertas de la envidia al ver cómo sus parejas se la pasan viendo la pantalla como perros de carnicería (con la vista en filete y lamiéndose los huevos).
Jennifer’s body no debía tener otro título en español más que ése precisamente, si se hubiese titulado “El cuerpo de Jessica” al menos la película hubiese tenido algo bien justificado. Pero a los mercadólogos siempre les encanta ponerles estos nombres quesque muy apantallantes, aunque luego se quejen los miembros entrantes y salientes de la “Sociedad Oculta para el Respeto a la Moral Santificada”, que a través de las clasificaciones cinematográficas pretenden que juventud sana no se pierda en el pantano de la pornografía. ¡Bah! Primero debían preocuparse por que a las salas mexicanas no llegara toda esa basura pseudocómica y ultraestúpida que seca cerebros.
También decepcionante fue la guionista Diablo Cody, a quien aplaudiremos siempre por haberse alejado de los tables para escribir la desprejuiciada historia de Juno, pero con esta muestra de harta vulgaridad nos deja deseando mucho más que mucha ropa (de preferencia tirada en el suelo). Tal fue su falta de ingenio que a cada rato aparecen referencias de otros personajes, de otras películas, de otras canciones, de otras muletillas exitosas sobre las cuales intenta sostenerse.
Otra cosa que no podemos negar es que, a la fecha, no se ha recibido ninguna objeción por parte del público masculino, al que, con tal de ver a la veinteañera Megan Fox en paños megamenores, no le ha importado sentarse más de 1 hora y media para apreciarla, como si estuviera hipnotizado por el movimiento continuo de la ropa en la lavandería.
Entonces pues ¿para qué se la complican los que hacen filmes con mensaje y con una propuesta innovadora? La receta para hacer una película que recaude muchos dólares en taquilla sólo necesita:
1 directora traumada que venza a los machos y haga poderosa a la mujer,
1 exbailarina exótica que escriba acerca de sus sueños más vengativos,
1 historia de terror, no sólo de demonios, sino además de lo terrorífico que es el sobrevivir a la adolescencia,
1 montón de presupuesto, derrochado en efectos visuales, para disfrazar la falta de argumento,
1 mujer más divina y menos humana que sirva de anzuelo,
Y mucha, mucha publicidad.
ODA PARA EUGENIA
Eugenia, la bien nacida, tu presencia en voz y canto es para mí un gozo genuino.
No me bastarán los minutos, tan contaditos, para disfrutar de tus melodías. Aunque los pusiera todos juntos en mi memoria auditiva, uno pegadito al otro, me parecerían mínimos e insuficientes para deleitarme con tu potencia vocal.
Eres una musa que inspira mi poesía adormecida. Eres tierra fértil para mi imaginación errante. Eres la mujer, eres la magia, eres el Paraíso.
Bien lo tenía planeado el destino, cual león cauteloso que aguardó los días y las noches para atraparme y, ahora contigo como presa, me devoras lentamente hasta los huesos.
¡Qué fortuna la mía de encontrarte en mi camino! ¡Qué desgracia la mía de tenerte tan lejana! Pero no desfallezco en mi lamentado infortunio, por el contrario, me dejo llevar hasta donde a ti te plazca más, porque sé en la profundidad de mi corazón apasionado que a donde fuese me dirigieses invariablemente sería hasta un recoveco de paz intensa.
¡Que siga Eugenia! Etérea en su interpretación coqueta, divina en el pedestal de su escenario, melódica en su canto femenino.
No me bastarán los minutos, tan contaditos, para disfrutar de tus melodías. Aunque los pusiera todos juntos en mi memoria auditiva, uno pegadito al otro, me parecerían mínimos e insuficientes para deleitarme con tu potencia vocal.
Eres una musa que inspira mi poesía adormecida. Eres tierra fértil para mi imaginación errante. Eres la mujer, eres la magia, eres el Paraíso.
Bien lo tenía planeado el destino, cual león cauteloso que aguardó los días y las noches para atraparme y, ahora contigo como presa, me devoras lentamente hasta los huesos.
¡Qué fortuna la mía de encontrarte en mi camino! ¡Qué desgracia la mía de tenerte tan lejana! Pero no desfallezco en mi lamentado infortunio, por el contrario, me dejo llevar hasta donde a ti te plazca más, porque sé en la profundidad de mi corazón apasionado que a donde fuese me dirigieses invariablemente sería hasta un recoveco de paz intensa.
¡Que siga Eugenia! Etérea en su interpretación coqueta, divina en el pedestal de su escenario, melódica en su canto femenino.
EJERCICIO DE IMAGINACIÓN
Hace semanas se desató una multitudinaria cantidad de críticas con respecto a la propuesta del Paquete Económico Mexicano 2010. Manifestadas por analistas sociales, políticos, economistas, periodistas, hasta humoristas, muchas van y muchas otras vendrán.
Ahora, en todo este panorama de incertidumbre, parece que como una papa caliente, ya se la pasaron a los legisladores. Ellos dicen que no aceptarán la propuesta del Ejecutivo, así tal cual… habrá que ver qué deciden en nuestra representación.
Pero a pesar de lo tentador que pudiera ser el ponerle palabras a lo que piensa “la inmensa mayoría de mexicanos” acerca del Gobierno (entiéndase los funcionarios públicos de cualquier nivel y dependencia), el escenario que nos ocupa es otro.
En el ejercicio de imaginación de hoy se encuentra el Señor Carstens. Ese hombre seguramente inteligente y culto, que ha llegado a casa después de un afanoso día de trabajo. Se ha dispuesto a recostarse en un mullido sillón de piel de ternera, colocado en un rincón apacible de su amplia biblioteca bordeada por muebles de ébano, relucientes esculturas y enciclopedias multicolores, interdisciplinarias y políglotas.
Esa noche, después de que un inseparable asistente ha colocado el portafolios justo a un costado del escritorio de diseño provenzal y se ha despedido, el Señor Carstens hace una escala junto a la vitrina, de ahí toma un vaso de cristal, aprecia su fino diseño italiano y vierte dentro de éste un trago de escocés. En una media vuelta, encuentra su caja de habanos, se deleita con su aroma recién expuesto como si el cigarro se tratase de un neonato en el día de su nacimiento.
Con escocés y habano en manos, se dirige a su sillón, los coloca en una mesita lateral y se acomoda libremente. Suspira con profundidad al mismo tiempo que toma uno de los pañuelos que alguien ha dispuesto para limpiar sus anteojos. Enciende su cigarro y se dispone a recuperar el hilo de la trama que dejó inconclusa de la novela de misterio que ha estado leyendo por semanas.
Con el andar del péndulo que musicaliza la noche silenciosa, se desvanece el humo, se consume la bebida y disminuyen las páginas a la derecha. Al día siguiente se dispone para el trabajo que el Señor Presidente le ha encomendado.
No es difícil el ejercicio, ¿cierto? No sólo por la opulencia en la que SUPONEMOS que vive el Señor Carstens de nuestra imaginación. También es sencillo pensar que este cuento corto puede ser bastante real, porque al parecer lo inteligente y culto que supusimos en un inicio de él, es derivado de que se intruye con obras maestras la Literatura Universal, asiste a museos y galerías de artes plásticas y recitales de música sinfónica, no pierde su valioso tiempo viendo noticiarios en televisión, no escucha a los analistas en la radio, no lee columnas en los diarios.
Si así fuera, si de vez en cuando viera un noticiero, si escuchara alguna crítica, si revisara las primeras planas, se daría cuenta de que no somos “la inmensa mayoría de mexicanos” los que aprobamos sus disposiciones. Por el contrario.
“La inmensa mayoría de mexicanos” deseamos vivir en un país tranquilo y seguro, cuyas oportunidades de desarrollo laboral y económico no sean a consecuencia de un país abandonado de cerebros y de manos de obra, o echado a la suerte de la violencia y la impunidad.
“La inmensa mayoría de mexicanos” estamos convencidos de que la educación es nuestra alternativa más efectiva para reposicionarnos como la nación que merecemos ser: fuerte, creativa y emprendedora.
“La inmensa mayoría de mexicanos” anhelamos un lugar muy diferente al que usted ve. ¡Qué lástima para nosotros! porque a pesar de que somos “la inmensa mayoría de mexicanos”, no percibimos otra cosa que a los monosabios que no ven, no escuchan y callan.
PD. No se ofenda Señor de la Secretaría de Hacienda, este ejercicio de imaginación no es más que un acto reflejo del ejercicio de imaginación que usted hizo de mí previamente, al momento de preparar este proyecto económico. Supongo yo que usted supone que yo vivo con una alacena de ultramarinos, carnes finas y quesos importados, que mi salario retaca quincena tras quincena mi cuenta bancaria en el extranjero, y que yo, con esta visión apocalíptica, tengo aún la esperanza de vivir mejor en mi propio país. Señor Carstens, supone mal.
Ahora, en todo este panorama de incertidumbre, parece que como una papa caliente, ya se la pasaron a los legisladores. Ellos dicen que no aceptarán la propuesta del Ejecutivo, así tal cual… habrá que ver qué deciden en nuestra representación.
Pero a pesar de lo tentador que pudiera ser el ponerle palabras a lo que piensa “la inmensa mayoría de mexicanos” acerca del Gobierno (entiéndase los funcionarios públicos de cualquier nivel y dependencia), el escenario que nos ocupa es otro.
En el ejercicio de imaginación de hoy se encuentra el Señor Carstens. Ese hombre seguramente inteligente y culto, que ha llegado a casa después de un afanoso día de trabajo. Se ha dispuesto a recostarse en un mullido sillón de piel de ternera, colocado en un rincón apacible de su amplia biblioteca bordeada por muebles de ébano, relucientes esculturas y enciclopedias multicolores, interdisciplinarias y políglotas.
Esa noche, después de que un inseparable asistente ha colocado el portafolios justo a un costado del escritorio de diseño provenzal y se ha despedido, el Señor Carstens hace una escala junto a la vitrina, de ahí toma un vaso de cristal, aprecia su fino diseño italiano y vierte dentro de éste un trago de escocés. En una media vuelta, encuentra su caja de habanos, se deleita con su aroma recién expuesto como si el cigarro se tratase de un neonato en el día de su nacimiento.
Con escocés y habano en manos, se dirige a su sillón, los coloca en una mesita lateral y se acomoda libremente. Suspira con profundidad al mismo tiempo que toma uno de los pañuelos que alguien ha dispuesto para limpiar sus anteojos. Enciende su cigarro y se dispone a recuperar el hilo de la trama que dejó inconclusa de la novela de misterio que ha estado leyendo por semanas.
Con el andar del péndulo que musicaliza la noche silenciosa, se desvanece el humo, se consume la bebida y disminuyen las páginas a la derecha. Al día siguiente se dispone para el trabajo que el Señor Presidente le ha encomendado.
No es difícil el ejercicio, ¿cierto? No sólo por la opulencia en la que SUPONEMOS que vive el Señor Carstens de nuestra imaginación. También es sencillo pensar que este cuento corto puede ser bastante real, porque al parecer lo inteligente y culto que supusimos en un inicio de él, es derivado de que se intruye con obras maestras la Literatura Universal, asiste a museos y galerías de artes plásticas y recitales de música sinfónica, no pierde su valioso tiempo viendo noticiarios en televisión, no escucha a los analistas en la radio, no lee columnas en los diarios.
Si así fuera, si de vez en cuando viera un noticiero, si escuchara alguna crítica, si revisara las primeras planas, se daría cuenta de que no somos “la inmensa mayoría de mexicanos” los que aprobamos sus disposiciones. Por el contrario.
“La inmensa mayoría de mexicanos” deseamos vivir en un país tranquilo y seguro, cuyas oportunidades de desarrollo laboral y económico no sean a consecuencia de un país abandonado de cerebros y de manos de obra, o echado a la suerte de la violencia y la impunidad.
“La inmensa mayoría de mexicanos” estamos convencidos de que la educación es nuestra alternativa más efectiva para reposicionarnos como la nación que merecemos ser: fuerte, creativa y emprendedora.
“La inmensa mayoría de mexicanos” anhelamos un lugar muy diferente al que usted ve. ¡Qué lástima para nosotros! porque a pesar de que somos “la inmensa mayoría de mexicanos”, no percibimos otra cosa que a los monosabios que no ven, no escuchan y callan.
PD. No se ofenda Señor de la Secretaría de Hacienda, este ejercicio de imaginación no es más que un acto reflejo del ejercicio de imaginación que usted hizo de mí previamente, al momento de preparar este proyecto económico. Supongo yo que usted supone que yo vivo con una alacena de ultramarinos, carnes finas y quesos importados, que mi salario retaca quincena tras quincena mi cuenta bancaria en el extranjero, y que yo, con esta visión apocalíptica, tengo aún la esperanza de vivir mejor en mi propio país. Señor Carstens, supone mal.
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